La iluminación espiritual

El místico observador

Cuento Zen (144)

Dice una antigua leyenda que, cuando se estaba creando la primera cueva para vivir, se acercaron cinco de los mejores pensadores para ver que opinaban.

El primero preguntó: ¿Qué estás haciendo?

El segundo preguntó: ¿Por qué lo haces?

El tercero preguntó: ¿Puedo ayudarte?

El cuarto preguntó: ¿Cuánto vale todo eso?

El primero era un científico; el segundo, un filósofo; el tercero, un altruista; el cuarto, un agente inmobiliario. Un quinto se dedicaba a observar y a aplaudir con entusiasmo. Era un místico.

MORALEJA

Sé un místico. Observa. Estate totalmente tranquilo y en silencio. Ve cuál es la situación y desde ese ver, responde. El hombre de consciencia no reacciona. La observación es el principio de la espontaneidad; la responsabilidad es la culminación de la observación.

Si observas tranquilo y en silencio no tienes un porque para detener la mente, porque no la has puesto a funcionar. No puedes detener lo que no has iniciado. No lo intentes: de lo contrario, simplemente estarás perdiendo tiempo, energía, vida. Puedes simplemente observar, y al observarla se detiene. No es que tú la detengas: al observarla, se detiene. La detención es una función de observar, es una consecuencia de observar. Y este es el secreto de los místicos.

El científico, el filósofo, el altruista y el agente inmobiliario, están dependientes por su mente, su forma de ver la vida a través del lente de la mente les ha limitado el goce del aquí y del ahora en plenitud.

Tú simplemente observa. Observando, retiras la energía que la ayuda a la mente a correr. Observando, la energía se invierte en la observación, y el pensamiento se debilita automáticamente más y más.

Todo lo que necesitas es simplemente observar, y nada te afectará. El hecho de que nada te afecte mantendrá tu pureza, y la pureza, ciertamente tiene la frescura de la vida, la alegría de la existencia; todos los tesoros de los que estás dotado.

No te preocupes por tu inteligencia...

Que cuando actúas momento a momento desde tu consciencia y tu observación, surge una gran inteligencia. Empiezas a brillar, te vuelves luminoso. Pero esto ocurre a través de dos cosas: observar, y la acción a partir de ese observar. Si observar se convierte en inactividad, te estás suicidando. Observar debería conducirte hacia la acción, una nueva clase de acción; le da una nueva cualidad a la acción.

Recuerda: El hombre inconsciente reacciona mientras que el sabio observa.