El amor de María Magdalena

Cuento zen con moraleja

Jesús estaba preocupado por el amor de María Magdalena. Era una cosa tan profunda que evitar que ella lo hiciera sería herir todo su sincero y pleno amor.

Imagen del cuento: El amor de María Magdalena

Cuento zen sobre el amor

Sucedió algo: Jesús fue a visitar la casa de María Magdalena. María estaba profundamente enamorada. Vertió perfumes preciosos, muy preciosos, en sus pies; el frasco entero. Era extraño, pues ella podría haberlo vendido. Judas se opuso de inmediato y dijo: deberías prohibirle a las personas que hagan esas tonterías. Es todo un desperdicio; en la ciudad hay personas que son pobres y que no tienen nada para comer. Podríamos haber distribuido el dinero a los pobres.

¿Qué dijo Jesús?

No te preocupes. Los pobres y los hambrientos siempre estarán aquí, pero yo me habré ido. Tú podrás servirles siempre; no hay prisa, pero yo me habré ido. Mira el amor, no el perfume precioso. Mira el amor de María, mira su corazón.

MORALEJA

Judas está hablando de los pobres y Jesús simplemente dice: Está bien. Me iré pronto, así que ella me reciba como quiera. Deja que su corazón haga lo que ella quiera y no impongas tu filosofía. Los pobres siempre están ahí, pero yo no estaré aquí por siempre. Solamente estaré por muy poco tiempo.

Jesús estaba más preocupado por el amor de María, de la mujer. Era una cosa tan profunda que evitar que ella lo hiciera sería herir su amor; ella se reduciría a sí misma.

Verter el perfume en sus pies fue solo un gesto. En el fondo, María Magdalena estaba diciendo: Me gustaría verter todo el mundo en tus pies. Esto es todo lo que tengo; lo más precioso. No sería suficiente con verter agua, es demasiado barata. Esto es lo más precioso que tengo, pero incluso esto no es nada. Quisiera verter mi corazón, quisiera verter todo mi ser.

Pero Judas no vio esto... Era completamente ciego ante la mujer y su corazón... El perfume parecía demasiado valioso y el amor era completamente desconocido para él. El amor estaba allí. Lo inmaterial estaba allí y también lo material. Lo material es el perfume, lo inmaterial es el amor. Pero Judas no podía ver lo inmaterial; necesitas los ojos de la conciencia para hacerlo.