Dios y el Robot

Cuento zen con moraleja

Un robot sigue haciendo algo; no es bueno ni malo. El robot no tiene espíritu, no tiene alma. Simplemente repite. La repetición está muerta, sin Dios.

Imagen del cuento: Dios y el Robot

Cuento zen sobre la consciencia

He oído una historia de un santo que murió, pero lo forzaron a ir al infierno. No podía creerlo. Dijo que le gustaría ver a Dios y preguntarle que qué mal había hecho, porque durante toda su vida había sido el más puro de los hombres. Y Dios le dijo:

Nunca has hecho nada malo, eso es cierto, pero tampoco has hecho nada bueno, porque, para empezar, nunca exististe realmente. Fuiste simplemente como un robot.

MORALEJA

Un robot sigue haciendo algo; no es bueno ni malo. El robot no tiene espíritu, no tiene alma. Simplemente sigue repitiendo. La repetición está muerta. La repetición no te ayudará. Puedes rezar tu oración todos los días, pero solo el robot de la mente estará repitiéndolo. Tú no estarás en ello.

Puedes seguir sirviendo a la gente, ayudando a la gente, a los pobres y a los enfermos, pero si estás actuando como un robot, si no hay consciencia en ello, entonces eres como un ordenador. Puede que tu destreza sea grande, pero tú no estás ahí.

Muchas religiones han estado enseñando solo disciplina, moralidad, buenas acciones y buenas obras; eso no ha ayudado al mundo, solo lo está sistematizando. La gente no se ha vuelto alerta o vital con ello. Ambos opuestos son solo una mitad. El zen dice que la consciencia y la disciplina hay que seguirlas juntas. Hay que crear un ritmo entre estos dos opuestos.

La consciencia es la esencia del alma; La disciplina es la esencia de la mente.

El entrenamiento es necesario, pero no es el objetivo. El entrenamiento es solo un medio. Al final, hay que abandonar el entrenamiento, hay que olvidarse de toda disciplina. Si tienes que continuar en tu disciplina, eso muestra sencillamente que la disciplina todavía no es natural.

Al principio permaneces alerta, creas nuevos caminos para tu energía mental. Poco a poco, no hay necesidad, poco a poco, ni siquiera permanecer alerta es necesario. Uno simplemente está alerta; no es que uno intente estar alerta. Solo entonces sucede el florecimiento, cuando estar alerta es algo natural, cuando la meditación no se hace sino que simplemente sigue sucediendo. Se ha convertido en tu propia atmósfera; vives en ella. Eres ella.

La consciencia y la disciplina son lo más fundamental para un buscador. Si te disciplinas sin consciencia, te volverás un hipócrita. Si te disciplinas sin conciencia, te volverás un robot. Puede que no hagas daño a nadie, puede que se te conozca como un buen hombre o incluso un santo, pero no podrás vivir tu vida auténtica, no podrás celebrarla. No habrá ninguna dicha en ella. Te volverás demasiado serio; la alegría se habrá ido para siempre. Y la seriedad es una enfermedad por falta de consciencia.