La iluminación espiritual

El mago de la felicidad

Cuento Zen (255)

Había un hombre que anhelaba una vida mejor. No le gustaba su casa, su ropa ni nada de lo que lo rodeaba. Se preguntaba por qué otras personas tenían todo lo que él soñaba en tener, mientras él no tenía nada. Ojalá tuviera una casa bonita, una mujer preciosa y mucho dinero, pensaba todos los días. Un día, encontró a un mago que le ofreció cumplir sus deseos. El hombre pidió una casa grande y bonita, una bella mujer que supiera cocinar, y mucho dinero. El mago le concedió todo lo que pidió, pero a pesar de tenerlo todo, el hombre no se sentía feliz.

Los días y meses pasaron, y el hombre seguía sin encontrar la felicidad. Se sentía solo en su enorme casa, su bella esposa no lo hacía feliz y el dinero que tanto ansiaba no lo satisfacía. Se preguntó por qué no podía encontrar la felicidad, a pesar de tener todo lo que había deseado. Entonces, decidió buscar al mago de nuevo para preguntarle qué estaba pasando.

El mago le respondió que la felicidad no se encuentra en las cosas materiales. Le aconsejó que encontrara la felicidad en las cosas simples de la vida, que valorara lo que tenía y fuera agradecido por ello. El hombre entendió la lección y comenzó a encontrar la felicidad en las pequeñas cosas. Aprendió a ser feliz con lo que tenía y agradecido por ello. Descubrió que la verdadera felicidad no se encuentra en las cosas materiales, sino en la paz interior y la satisfacción personal.

MORALEJA

Un ser espiritual está siempre feliz porque no busca un motivo; no busca una situación especial para estar feliz. La felicidad es como respirar, la felicidad es como el latido del corazón, la felicidad está en tu ser; no es algo que le acontece. La felicidad no es algo que acontece y no acontece, la felicidad es algo que siempre está allí. Él está lleno de felicidad. La felicidad es el material del que está hecha la existencia, y el ser amoroso y espiritual ha entrado en armonía con ella; naturalmente, él se siente feliz. Todo lo que hace, lo hace con alegría. Su felicidad precede a su acción.

Algunas veces te sientes feliz, algunas veces te sientes infeliz, porque tu felicidad es condicional. Cuando tienes éxito te sientes feliz, cuando fracasas te sientes infeliz; tu felicidad depende de alguna causa externa. Tú no siempre puedes cantar; incluso cuando cantas, tu canción no siempre tendrá la melodía. Algunas veces será simplemente una delicia y otras solo una repetición muerta y apagada. Algunas veces, cuando llega el amigo, cuando encuentras un amor, te sientes feliz. Algunas veces, cuando se ha ido el amigo, cuando el amado ya no está, te sientes infeliz.

Tu felicidad y tu infelicidad han sido producidas por lo externo; no es algo que fluye interiormente, no es algo que te pertenece. Otros te dan y te quitan, las circunstancias te la dan y te la quitan. Algo así no tiene mérito porque sigues siendo un esclavo, no eres el maestro. Los seres espirituales llaman maestro a una persona cuya felicidad es absolutamente suya. Él se puede sentir feliz independientemente de la situación; en la juventud es feliz, en la vejez es feliz; es feliz como emperador, es feliz como mendigo. Su canción no está contaminada por las circunstancias; su canción es la suya, su canción es su ritmo natural.

Recuerda: Si tu felicidad depende de los demás, eres es esclavo. Todavía no eres libre. Estás en cautiverio.