La iluminación espiritual

Trata de no juzgar

Cuento Zen (375)

Un padre y su hijo de veinticuatro años iban en el tren. El joven miraba por la ventana y gritó con alegría: ¡Papá, mira, parece que los árboles pasan volando! El padre sonrió dulcemente y asintió con la cabeza.

Frente a ellos, una pareja intercambió miradas expresando compasión por la conducta tan infantil del joven.

Este gritó de nuevo, riendo emocionado: ¡Papá, mira, las nubes nos persiguen! El padre le volvió a sonreír.

El hombre que los observaba no pudo resistirse y le dijo al padre: Tal vez debería llevar a su hijo a un buen médico.

El padre, afablemente, le contestó: Lo hice. Acabamos de salir del hospital. Mi hijo era ciego de nacimiento y acaba de recuperar la vista.

MORALEJA

La regla de oro del comprender es no comparar. ¿Quién eres tú para comparar? Comparar es juzgar. ¿Quién eres tú para juzgar? Pero la mente quiere siempre juzgar, porque al juzgar se siente superior, te convierte en el juez, de modo que tu ego se siente muy, pero muy bien. Alimentas al ego. Juzgando y comparando piensas que sabes.

La naturaleza es en sí misma inocente. Pero en el instante en el que el hombre se hace consciente de ella, surgen infinidad de problemas y aquello que es natural e inocente es interpretado y juzgado. Y cuando es interpretado deja de ser natural e inocente. La naturaleza en sí misma es inocente. Pero cuando la humanidad se da cuenta de ella, comienza a interpretarla y la interpretación misma comienza a producir numerosos conceptos de culpa, de pecado, de moralidad, de inmoralidad.

Recuerda que para comprender, es no juzgar nunca. El amor existe en una dimensión más allá de toda comparación y todo lo que sabes del amor es en realidad nada, solo fragmentos. No puedes tener la comprensión total. El amor está mucho más allá. En realidad, solo ves el reflejo en el agua de tu mente.

Deja que las cosas ocurran, a su ritmo, no juzgues, no trates de controlar. Simplemente sé. No digo que haya que amputar la mente, eso también sería innatural, ella también es una parte de ti, la mente tiene que tener su propio espacio, su justa proporción, pero no se le debe permitir que sea el dictador porque ahí es cuando crea problemas.

La cualidad de ser total es una armonía, se trata de dar a tu vida un ritmo armonioso con todas las cosas que existen en ella, entonces, la mente también es hermosa, entonces no te dirige hacia el manicomio, se convierte en la gran mente, en la iluminación.