La paciencia de una Madre
Cuento zen con moraleja
Madres, no sean impacientes. Ellas necesitan de una inmensa paciencia. El supremo amor se abre solo para aquellas madres que tienen una inmensa paciencia.
Cuento zen sobre la paciencia
La madre y su hija tortuga iban muy sedientas arrastrándose por el desierto. Al cabo de un tiempo descubrieron una botella grande de agua. Saltaron de alegría, pero enseguida se dieron cuenta de que no tenían un destapador.
Lo intentaron con todas sus fuerzas, pero no había manera de abrir la botella, así que decidieron que la hija volvería al pueblo y la madre vigilaría la botella. Paso mucho tiempo... cinco horas, diez horas, un día, dos días, cinco días, siete días. Y la madre tortuga que vigilaba seguía día tras día esperando que su hija regresara.
La hija tortuga que se alejaba de su madre se impacientó y le grito:
Madre, ¿No sería mejor que tú fueras?
MORALEJA
La madre pueden esperar, y pueden hacerlo infinitamente, su paciencia es infinita. Tiene que ser así, porque tienen que cargar al bebe durante nueve meses. Cada día se hace más, más y más pesado, más y más difícil.
La madre tiene que ser paciente y esperar, no se puede hacer nada al respecto. Tiene que amar incluso a su carga, esperar y soñar que el niño nacerá.
Y fíjate en la madre, una mujer que pronto vaya a ser madre: se vuelve más hermosa porque cuando espera florece. Alcanza un tipo de gracia distinto, cuando va a ser madre está rodeada por un aura, porque ahora está en su punto álgido –la función básica que la naturaleza ha inventado para ser realizada por su cuerpo. Ahora está floreciendo, pronto retoñará.
Madre, no seas impaciente. La madre necesita de una inmensa paciencia. El supremo amor se abre solo para aquellas madres que tienen una inmensa paciencia.
Madre, vaya despacio, con paciencia, sin prisas, porque el amor supremo no está en ningún otro lugar, está dentro de ti. Cuando no tengan prisa, lo sentirán; cuando tengan prisa, no podrán sentirlo, porque estás demasiado tensa. Si no vas a ninguna parte, puedes sentirlo inmediatamente y así tendrás todo ese amor para tu hijo.
Cuando una mujer da a luz un niño, es vida.
Cuando mira al niño a los ojos, mira a su propio ser.
Cuando un niño empieza a crecer, ella crece con él.
El momento en que un niño nace, también nace la madre. Ella nunca existió antes. La mujer existió, pero la madre nunca. Una madre es algo absolutamente nuevo.
FELIZ DÍA DE LAS MADRES