Dios sin intermediario
Cuento zen con moraleja
Si no están los intermediarios, las personas tardarían mucho menos en encontrar a Dios, en darse cuenta de que pueden hacerlo sin la ayuda de los demás.
Cuento zen sobre los intermediarios
Cuentan que, cierta vez, Buda llegó a un pueblo cercano a un monasterio y que mucha gente le preguntó por qué no le gustaban los monjes ni las religiones. Dicen que Buda contestó que no entendía el trabajo de aquellos ni el sentido de estas.
Un día unos monjes fueron a visitarlo; llevaban una cesta llena de fruta, una guirnalda de flores y los respetos del gran sacerdote del monasterio.
Escuchamos tus palabras, dijeron, y venimos a aclararte que nosotros somos apenas intermediarios entre Dios y el hombre y los sabemos.
Ante ese comentario, Buda preguntó:
¿Dios necesita intermediarios? ¿Acaso no está presente en todos los hombres y en todos los lugares?
El monje le explicó:
No, no los necesita, pero los hombres deben descubrirlo. Dice nuestro maestro que lo que hacemos es vender agua a la orilla del río con la esperanza de que un día los hombres se den cuenta de que pueden recoger el agua por sí solos.
Buda rio a carcajadas.
Los monjes le preguntaron cuál era la parte graciosa del planteamiento.
Según me decís, ponéis mucho empeño en esa tarea transitoria, esperando el momento en que ya no sea necesaria, pero no queréis aceptar que, si no estuvierais allí para vender el agua, ellos tardarían mucho menos en darse cuenta de que pueden hacerlo sin vosotros.
MORALEJA
Una de las partes básicas de la revolución de Buda consistía en que el clero debería ser derrocado; no tenía ninguna razón de ser. El hombre puede conectarse directamente con la existencia o Dios o como prefieras llamarlo, no tiene que hacerlo a través de un agente. De hecho, no puede hacerlo a través de un mediador.
Puedes comprenderlo fácilmente: no puedes amar a tu novia, a tu novio, a través de un intermediario. No le puedes decir a alguien: Toma diez dólares; lo único que tienes que hacer es ir y amar a mi mujer por mí. Un sirviente no puede hacerlo, nadie puede hacerlo por ti; solo puedes hacerlo tú. El amor no se puede hacer a través de un sirviente; de otra forma, los ricos no se molestarían con un asunto tan engorroso. Tienen suficientes sirvientes, suficiente dinero, podrían simplemente mandar a un criado. Podrían encontrar los mejores sirvientes, por qué tendrían que molestarse ellos mismos. Pero hay algunas cosas que tienes que hacerlas tú mismo. Un criado no puede dormir por ti, un criado no puede comer por ti.
La verdad es que investigar en la existencia, en la vida, en todo esto, es un derecho de nacimiento que debes experimentar por ti mismo.