El emperador mendigo

Cuento zen con moraleja

Abraham pagó con su reino su pobreza. Hubiera dado incluso miles de mundos por un solo instante de pobreza porque cada día su valor se incrementa más.

Imagen del cuento: El emperador mendigo

Cuento zen sobre la pureza

El gran místico, Abraham Adam, que una vez fue un gran emperador. Lo dejó todo y se convirtió en un mendigo. Mientras estaba con otro místico se sentía perplejo, porque aquel hombre cada día se quejaba de su pobreza.

Abraham Adam le dijo: Por la forma en que reniegas de ella, puede que hayas adquirido tu pobreza a bajo costo.

¡Qué estúpido eres!, le contestó el hombre sin saber con quién estaba hablando, sin saber que Abraham Adam había sido una vez un gran emperador. Le dijo: Qué estúpido eres al creer que la pobreza se compra.

Abraham le replicó: En mi caso, pagué con mi reino por mi pobreza. Hubiera dado incluso miles de mundos por un solo instante de pobreza porque cada día su valor se incrementa para mí. No te maravilles que yo dé gracias por ella mientras tú te lamentas.

MORALEJA

La pureza de espíritu es la verdadera pobreza.

¿Y qué es pureza? No malentiendas las cosas, pureza no tiene nada que ver con moralidad. No intérpretes de un modo moralista. La pureza no tiene nada que ver con los puritanos. La pureza sencillamente quiere decir un estado de mente no contaminado, cuando solo tu consciencia existe y nada más. No hay nada más que penetre realmente en tu consciencia. Pero si tú anhelas poseer, este anhelo te contamina.

El oro no puede entrar en tu consciencia. No puede. El dinero no puede penetrar en tu consciencia, pero si tú anhelas poseer, esa posesividad sí puede entrar en tu consciencia. Entonces te vuelves impuro. Si no deseas poseer nada, te vuelves intrépido. Entonces incluso la muerte es una hermosa experiencia que hay que atravesar.

Un hombre que es realmente espiritual tiene tremendas experiencias, pero nunca las acumula. Una vez le suceden, las olvida. Nunca las recuerda, nunca las proyecta en el futuro. Nunca suspira: porque se repitan o porque le sucedan de nuevo. Nunca reza por ellas. Una vez le suceden, le han sucedido. ¡Se acabó! Ha acabado con ellas y se aleja de ellas. Está asequible a lo nuevo, nunca acarrea con lo viejo.

Y si no acarreas con lo viejo, descubrirás la vida como algo absolutamente nueva, increíble, inexplicablemente nueva, a cada paso que des. La vida es novedad, solamente la mente es caduca, y si miras a través de la mente, también la vida te parecerá una repetición, algo aburrido. Si no miras a través de la mente... La mente quiere decir tu pasado, la mente significa tus experiencias acumuladas, el conocimiento que posees.

La mente significa eso por lo que has pasado, pero a lo que aún estás aferrado. La mente es un apego, polvo del pasado que cubre tu consciencia especular. Si entonces miras a través de ella, todo se distorsiona. La mente es la facultad de distorsionar. Si no miras a través de la mente sabrás lo que es la vida eterna. Solo la mente muere. Sin la mente, tú eres inmortal. Sin la mente nada ha muerto nunca, la vida sigue y sigue para siempre. No tiene ni principio ni final.

Acumula y entonces tendrás un principio y tendrás un final.