Religión vs. Espiritualidad
Cuento zen con moraleja
Solo hay una religión, y es el arte de desaparecer como persona para que puedas ser espiritual, hacerte uno con la energía y la existencia impersonal.
Cuento zen sobre la religión y la espiritualidad
El hombre se encuentra solo, perdido y lleno de temores en medio de este vasto universo. La espiritualidad le hace audaz. La religión aumenta sus temores.
Había una madre que no conseguía que su hijo pequeño dejara de jugar y regresara a casa antes del anochecer. De modo que, para asustarle, le dijo que el camino que llevaba a su casa era frecuentado por unos demonios que salían tan pronto como se ponía el sol. Desde aquel momento ya no tuvo problemas para hacer que el niño regresara a casa temprano.
Pero, cuando creció, el muchacho tenía tanto miedo a la oscuridad y a los demonios que no había modo de sacarle de casa por la noche. Entonces su madre le dio una medalla y le convenció de que, mientras la llevara consigo, los demonios no podrían hacerle ningún mal en absoluto. Ahora el muchacho ya no tiene miedo alguno a adentrarse en la oscuridad fuertemente asida a su medalla.
MORALEJA
La religión refuerza la fe en la medalla. La espiritualidad le hace ver que no existen tales malos demonios.
La manera correcta de superar tus temores es abandonar tu personalidad, es acrecentar tu espiritualidad. La manera equivocada es no solo no abandonar tu personalidad, sino crear una personalidad alrededor de los miedos. Esto es adorar un ídolo o una medalla, esto es religión.
Existen trescientas religiones y ellas han fragmentado la mente humana, no han sido una fuerza integradora, no han sanado las heridas del alma humana. Por su culpa, la Humanidad está enferma, por ellos la Humanidad está loca; y la locura surge de una cosa. Esto ha de ser entendido tan profundamente como sea posible porque puede que tú también vayas en la dirección equivocada. La dirección equivocada tiene un tremendo atractivo, pues si no, no habría habido tanta gente que la siguiera. El atractivo ha de ser grande. La fuerza magnética de la dirección equivocada ha de ser entendida; solamente, entonces podrás evitarla.
La espiritualidad no es la práctica de ninguna virtud; la espiritualidad es la obtención de una nueva visión. La virtud sigue a esta visión, llega por sí misma. Es un subproducto natural. Cuando empiezas a ver, las cosas empiezan a cambiar.
No hay ninguna fuerza que te obligue a ser espiritual; no hay causa alguna que te fuerce a transformarte. Si existiera alguna causa que te obligara a transformarte, no habría espiritualidad posible.
La causalidad es relativa. Buscas comida porque tienes hambre. Ella te obliga, por lo tanto, no hay posibilidad de elegir. No puedes elegir si buscar o no buscar: has de hacerlo. La espiritualidad no pertenece a esta clase de búsqueda. Nadie te está obligando. Has de elegir por ti mismo.
La espiritualidad no es un bien. Y por esto, porque la espiritualidad significa libertad, es por lo que tan poca gente llega a ser espiritual. Porque nunca empleas tu libertad. Más bien, al contrario, te fuerzas a ser esclavo gracias a tus creencias, porque la esclavitud es algo práctico, muy práctico y cómodo.
Recuerda: Solo hay una religión válida, y es el arte de desaparecer como persona para que puedas ser espiritual, hacerte uno con la fuerza impersonal, la energía impersonal, la existencia impersonal.