El sabio y la trampa
Cuento zen con moraleja
Si estás perdido, usa la sabiduría. No olvides el poder que llevamos dentro. La sabiduría es la cualidad del testigo; observa la mente y le da dirección.
Cuento zen sobre las trampas
Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer.
En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso, desde el primer momento, se procuró un chivo expiatorio para encubrir al culpable.
El hombre fue llevado a juicio, pero tenía escasas o nulas oportunidades de escapar de la horca.
El juez, que ya había pactado la condena, cuidó de que pareciera un juicio justo; por ello, dijo al acusado:
Conociendo tu fama de hombre sabio y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino. Vamos a escribir en dos papeles separados, las palabras «culpable» e «inocente». Tú escogerás y será la mano de Dios la que decida tu destino.
Por supuesto, el corrupto funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: «Culpable». La pobre víctima, aun sin conocer los detalles, se daba cuenta de que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria.
El juez requirió al hombre para que cogiera uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba a impacientarse, abrió los ojos y, con una extraña sonrisa, tomó uno de los papeles y, llevándolo a su boca, lo engulló rápidamente.
Sorprendidos e indignados los presentes, le reprocharon airadamente:
Pero, ¿qué hizo? ¿Y ahora cómo vamos a saber el veredicto?
Es muy sencillo, respondió el hombre. Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué.
Con enojo mal disimulado debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.
MORALEJA
Cuando todo parezca perdido, usa la sabiduría. No olvides el inmenso poder que llevamos dentro.
La sabiduría no pertenece a la mente, la sabiduría es una de las cualidades de tu ser. Pero usa la mente como vehículo; de ahí la confusión. La gente piensa que la sabiduría pertenece a la mente, no, viene a través de la mente. La mente es el instrumento de su expresión.
La sabiduría es la clara visión de las cosas acerca de las cuales no tienes ninguna información. La memoria puede funcionar solo con las cosas que ya le son conocidas; pero la vida se compone de lo conocido, lo desconocido y lo incognoscible. En lo que respecta a lo conocido, con la memoria basta.
Eso es lo que todas las universidades, todos los sistemas educativos están haciendo: están simplemente alimentando tu memoria con más y más información, por eso tú respondes inmediatamente a cualquier cosa que le sea conocido a tu sistema de memoria. Esa respuesta no demuestra que seas sabio.
La sabiduría se descubre solo cuando te encuentras con lo desconocido, aquello de lo que no tienes ninguna memoria, ningún conocimiento, ninguna información previa; ese es el punto decisivo. ¿Cómo responder? Puedes responder sabiamente o puedes responder estúpidamente.
La sabiduría es la cualidad del testigo; observa la mente y le da dirección. Tú ya la tienes, solo necesita un puente, un camino.
La meditación crea ese puente, ese camino. Hace que tú seas el maestro y tu mente simplemente un sirviente.
La memoria viene de fuera, la sabiduría procede de tus fuentes internas, tu vida misma, respondiendo a situaciones.
¿Está la meditación conectada con la sabiduría?
La meditación está conectada con tu ser, y tu ser tiene muchos aspectos: sabiduría, gracia, gratitud, oración, amor, compasión; el tesoro de tu ser es infinito. La sabiduría es solo uno de sus atributos.