El saber y el conocimiento
Cuento zen con moraleja
El hombre de conocimientos cree saber. El hombre de saber, sabe. El saber implica transformación en tú ser. Es la resurrección armoniosa en la eternidad.
Cuento zen sobre el saber y el conocimiento
Y esta es la paradoja: el hombre sabio, sabe, mientras que el hombre de conocimientos no sabe, no puede saber, porque la erudición no tiene conexión con la vida. Al contrario, esa es la barrera, la única barrera, el único impedimento. Es algo así: una madre sabe que su hijo es suyo; el padre tiene el conocimiento de que el hijo es suyo. El padre solo lo cree. En su interior, no está seguro. ¡Solo la madre lo sabe!
Sucedió.
Jerónimo ocupaba un cargo importante de un pequeño reino. El rey era muy generoso; no era muy rico porque el reino era pequeño, pero sí muy generoso.
Todos los años Jerónimo iba a verle y le comunicaba que su esposa había dado a luz un niño. El rey le obsequiaba con valiosos regalos para él, el niño y la madre... pero llegó un momento en que fue demasiado: iba todos los años.
Cuando nació el duodécimo niño y Jerónimo fue a verle, el rey le dijo:
Jerónimo, esto es ya demasiado. El mundo padece una superpoblación. ¿Qué pretendes? Si sigues así crearás una pequeña nación. Todos los años lo mismo. ¡Para ya! ¡Que este sea tu último hijo! Y si no puedes detenerte, si eres incapaz de hacerlo, entonces es mejor que te suicides en vez de estar sobrecargando la Tierra.
Jerónimo se sintió muy deprimido. Y cuando nació su hijo número trece... ¿Qué hacer? Pensó: Ahora es mejor que no vaya a ver al rey. Iré al bosque y me suicidaré, como él me dijo.
De modo que se dirigió al bosque y lo preparó todo para colgarse. Pero de repente exclamó:
Jerónimo, ¡cuidado! ¡Puede que vayas a colgar al hombre equivocado!
MORALEJA
El padre simplemente cree serlo; la madre, lo sabe. El saber es como la madre; el tener conocimientos es como el padre. Todo conocimiento implica creencia. Saber no es ninguna creencia, es saber. Es tu percepción, es tu visión, proviene de ti. Es como la madre: el niño crece en su útero y ella lo sabe. El niño forma parte de sí misma; es su extensión, su propio ser, su sangre y sus huesos. El padre es extrínseco; no es intrínseco. Simplemente, cree que el niño es suyo.
El hombre de conocimientos cree saber. El hombre de saber sabe. El saber implica una transformación en tú ser; es como un embarazo: forma parte de ti, has de alumbrarte a ti mismo. Es una resurrección en la eternidad; es un alejarse del tiempo y un adentrarse en la ausencia de tiempo; es la conversión de la mente en la no-mente; es algo realmente tremendo y tú tienes la certeza de que está sucediendo en ti.
El hombre de conocimientos va acumulando el polvo de los Budas. Cree en Aquellos que han sabido. Todo aquello en lo que cree, está muerto. No se ha dado luz a sí mismo. Ha ido acumulando conocimientos procedentes de los demás. Todo lo ha pedido prestado... y ¿cómo puedes pedir prestado el saber? ¿Cómo puedes pedir prestado el ser? Si el conocimiento ha de ser auténtico, ha de pertenecer a la naturaleza del ser.
Georges Gurdjieff solía preguntar a la gente, a los buscadores que iban a verle... lo primero que les preguntaba era: ¿Qué es lo que te interesa: los conocimientos o el ser? Porque aquí no nos preocupamos de los conocimientos; aquí te vamos a dar el ser... tú eliges. Si deseas conocimientos, vete a otra parte. Si anhelas el ser, quédate aquí. Pero opta por uno u otro.
¿Qué diferencia hay entre ser y conocimientos?
La misma que entre conocimiento y saber. Los conocimientos son algo que te ha sido añadido. No son tu vivencia, sino que más bien cargas con ellos. Siempre verás al hombre de conocimientos cargado, agobiado, llevando a cuestas sobre sus espaldas montañas de conocimientos. Verás su rostro muy serio, mortalmente serio, y su corazón, aplastado por completo bajo su carga.
El hombre de saber es ligero. No carga con nada. Puede volar por el cielo. La fuerza de gravedad de la Tierra no le afecta. La Tierra no le atrae porque la Tierra solo puede atraer lo pesado. Está en la Tierra, pero no es de la Tierra. Ese es el significado del dicho que Jesús repite una y otra vez: Mi reino no es de este mundo... Es de algún otro mundo: del mundo del ser, de la eternidad.
Si comprendes correctamente la diferencia, recuerda no seguir nunca el camino del conocimiento. Sigue el camino del saber, del ser, porque solo entonces ganarás algo. No obtendrás más información, sino que serás más. Este es el punto crucial que hay que entender: has de ser más.
Tu pobreza no es pobreza de información; tu pobreza es pobreza de ser. Eres pobre y ocultas esa pobreza acumulando cosas. Y los conocimientos también son objetos: palabras, teorías, filosofías, sistemas, teologías... todo cosas; sutiles, abstractas, pero cosas. No estás creciendo; sigues siendo el mismo y te creas la ilusión de que sabes.