La iluminación espiritual

Las suposiciones de la mente

Cuento Zen (305)

El dueño de un almacén oyó como uno de sus dependientes le decía a una clienta: No, señora, ya hace bastantes semanas que no la tenemos, y no parece que vayamos a tenerla en unos cuantos días...

Horrorizado por lo que había oído, el dueño se precipitó hacia la clienta cuando esta se disponía a salir, y le dijo: Disculpe usted al dependiente, señora. Por supuesto que la tendremos muy pronto. De hecho, hemos cursado un pedido hace un par de semanas...

Luego se llevó aparte al dependiente y le regaño: ¡Nunca jamás se le ocurra decir que no tenemos algo! ¡Si no lo tenemos, diga que lo hemos pedido y que lo estamos esperando! Y ahora dígame: ¿Qué es lo que quería esa señora?

Lluvia, respondió el dependiente.

MORALEJA

La mente por lo general nos hace suponer que sabemos de lo que el otro está hablando...

La primera regla del comprender es no suponer. ¿Quién eres tú para suponer? Suponer es juzgar. ¿Quién eres tú para juzgar? Pero la mente quiere siempre juzgar, porque al juzgar se siente superior, te convierte en el juez, de modo que tu ego se siente muy, pero muy bien. Alimentas al ego. Suponiendo y comparando piensas que sabes.

No eres capaz de comprender siquiera a una flor corriente del jardín, y aquellos Maestros son el florecimiento supremo de la existencia. A menos que tú florezcas de la misma forma, no podrás comprenderles. Pero puedes comparar, puedes suponer, y suponiendo no captarás nada.

La suposición es una satisfacción para tu propio ego.

Cuando la mente nunca puede estar totalmente en nada. Una parte estará criticando, juzgando, ordenando, preciando; otra estará siempre sentada en una silla para juzgar, y condenar. Por lo tanto, si notas que una parte de tu mente está suponiendo, sabe que lo has hecho cerebralmente, mentalmente.

No puedes detener la mente que no supone, porque no la has puesto a funcionar. No puedes detener lo que no has iniciado. No lo intentes: de lo contrario, simplemente estarás perdiendo tiempo, energía, vida. Puedes simplemente observar, y al observarla se detiene. No es que tú la detengas: al observarla, se detiene. La detención es una función de observar, es una consecuencia de observar.

Pero al suponer todo el mecanismo de la mente y el ego se pondrá en marcha

Tú solo eres el conductor de la mente. Es un mecanismo a tu alrededor, tu conciencia la utiliza. Pero nunca has salido fuera de tu cabeza. Por eso, insisto: sal un poco fuera de la cabeza, ve al corazón. Desde el corazón tendrás una mejor perspectiva de que la mente está separada de ti. O bien, trata de salir del cuerpo. Eso también es posible. Fuera del cuerpo estarás totalmente fuera de la mente. Te será posible ver que no eres ni el cuerpo ni el corazón ni la mente; tú estás separado.

Es tu conciencia quien tiene el control de tu mente, tú decides si la pones en marcha o no.