La iluminación espiritual

La ofensa

Cuento Zen (100)

El profesor Peters que quiso ridiculizar a Mahatma Gandhi.

Cuenta la historia que Mahatma Gandhi estudiaba en la escuela de derecho en la universidad en Londres, y el profesor Peters, buscaba siempre la menor oportunidad para expresar su repudiable animadversión. Gandhi ante sus irónicos ataques nunca bajó la cabeza.

Un día el profesor quiso ofender a Gandhi con la siguiente pregunta:

Señor Gandhi, Usted va caminando por la calle y se encuentra con una bolsa; dentro están la sabiduría y mucho dinero ¿Cuál de los dos escogería?

Gandhi respondió sin titubear:

¡Naturalmente que el dinero profesor!

El profesor Peters sonriendo, le dijo:

Pues yo, en su lugar, hubiera preferido la sabiduría ¿No le parece?

Gandhi respondió:

Profesor, cada uno toma lo que no tiene.

MORALEJA

A veces la gente intenta dañarnos con ofensas que ni siquiera nos hemos ganado. Pero solo nos daña el que puede y no el que quiere. Si permites que una ofensa te dañe, te dañará. Pero si no lo permites, la ofensa volverá al lugar de donde salió.

Cuando alguien te insulta, el insulto no tiene todavía sentido hasta que lo aceptes. A menos que lo tomes de inmediato, es insignificante, es solo ruido, pero no tiene nada que ver contigo. Así que de hecho nadie puede insultarte a menos que lo tomes para ti, a menos que cooperes con él.

Acepta solo lo que necesites. Acepta únicamente lo que alimente tu espíritu y tu mente. ¿Para qué aceptar veneno? Alguien trae una taza llena de veneno y quiere regalártela. Y tú le dices: Muchas gracias, pero no lo necesito. Si alguna vez quiero suicidarme se lo pediré, pero ahora mismo quiero vivir. No hay necesidad; solo porque alguien te traiga veneno no es necesario que te lo bebas. Puedes decir: Gracias y ahí acabará todo.

Siguiendo con la moraleja: Pero como no lo acepto, ¿qué harás con él? Deberás llevártelo otra vez. Lo siento por ti. Deberás tomártelo tú, caerá sobre ti... como un eco tras un sonido, como una sombra que sigue a un objeto. Te seguirá para siempre. Tu insulto será como una espina en tu ser. Te perseguirá. A mí no me has hecho nada, te lo has hecho a ti mismo.

Depende de ti. Todo lo que les hagas a los demás te lo estás haciendo a ti, porque las cosas retornan de todas partes, ampliadas mil veces. Si colmas de flores a los demás, las flores te colmarán a ti. Si llenas de espinas el camino ajeno, acabará siendo el tuyo.