El reino de los cielos
Cuento zen con moraleja
Entender el contexto del reino de los cielos es tan simple: depende de ti y de tu Dios; no necesitas a ningún mediador, no necesitas a ningún agente.
Cuento zen sobre el reino de los cielos
Jesús de Nazaret dijo, y les contó esta parábola:
«El Reino de los Cielos es semejante a una semilla, a una pequeña semilla, que un hombre toma y siembra en su campo. Cuando ha crecido, sin embargo, se vuelve un árbol grande, que extiende sus ramas. Y sus esquejes se inclinan hacia la tierra, echan raíces y crecen hasta que el campo está cubierto por el árbol. Y los pájaros del cielo vienen y anidan en sus ramas y las criaturas de la tierra se cobijan bajo su sombra».
MORALEJA
La propia terminología crea muchos inconvenientes, porque la palabra reino es una palabra política, pero siempre había la posibilidad de que quien pronunció esta frase no sea comprendido, como sucede hasta nuestros días.
El problema era que tenía que decirlo con nuestras palabras para que lo entendieran, pero quien lo dijo era un revolucionario, un maestro revolucionario, pero del mundo interior. ¿Entonces qué clase de reino es? Él hablaba de un reino totalmente opuesto al reino de este mundo y por más que explicaba y explicaba, era muy difícil hacer que la gente, hasta ahora, lo entendiese.
El Reino de los Cielos no puede ser explicado de una manera directa, inmediata, como lo tratan de hacer algunas religiones. Es imposible. Por eso la confusión en el hombre antiguo y en el contemporáneo, porque lo que no conocemos, puede ser explicado en términos de semejanza, de similitud. Y de allí todos los mitos. La mitología trata de explicar las cosas que el hombre no conoce, que no se puede conocer en este estado mental, trata de explicar lo desconocido en términos de lo conocido. Es la cosa más difícil del mundo, y de ahí las parábolas, los Koanes, los Sutras, los mitos y las historias. Todo este tipo de relatos es puramente simbólico.
Es exactamente como si un ciego preguntara qué es la luz, el solo hecho de preguntar, excluye la respuesta. Es una pregunta que no se la puede responder íntegramente. La luz se puede conocer, pero solamente con los ojos. De ahí que, todas las parábolas son verdades dichas en el lenguaje de los ciegos.
Zaratustra también lo decía: He salido de la casa de los eruditos. Es un lugar de locos: hablan de cosas de las que no saben absolutamente nada.
Son como los ciegos que discuten una detallada información acerca de la luz y la oscuridad, están creando un gran sistema filosófico basado en algo que no pueden entender. Son muy precisos para las palabras, el lenguaje, la gramática, pero esa no es la búsqueda de la realidad de la verdad última.
La erudición, la sapiencia, no es su camino... no es el camino de nadie... es solo para que los tontos se engañen a sí mismos.
Entender el contexto del reino de los cielos es tan simple: depende de ti y de tu Dios; no necesitas a ningún mediador, no necesitas a ningún agente. Jesús predicó y dijo: Regresen, pues está cerca el reino de los cielos.