La partícula de la verdad

Cuento zen con moraleja

Nunca monopolices la verdad. Con esa actitud puedes reírte de toda estupidez creada en nombre de la religión, en nombre del amor, en nombre de la iglesia.

Imagen del cuento: La partícula de la verdad

Cuento zen sobre la verdad

Habiendo tenido noticias el diablo de que la Tierra era terreno de odio y perversidades, corrupción y malevolencia, abandonó durante unos días su reino para disfrutar de un merecido descanso y en compañía de uno de sus acólitos, vino a dar un largo paseo por el planeta Tierra. Maestro y discípulo iban caminando tranquilamente cuando, de súbito, este último vio una partícula de verdad. Alarmado, previno al diablo:

Señor, allí hay una partícula de verdad, cuidado no vaya a extenderse.

Y el diablo, sin alterarse en lo más mínimo, repuso:

No te preocupes, ya se encargarán de institucionalizarla.

MORALEJA

Nadie puede monopolizar la verdad, la verdad no es patrimonio de nadie y mucho menos de una institución. Todas las instituciones han de ser repulsivas porque son solamente el cuerpo sin vida de algo que estuvo vivo. Y desde esa actitud puedes reírte de toda la estupidez creada en nombre de la religión, en nombre de la tolerancia, en nombre del amor, en nombre de las iglesias y templos y mezquitas.

La verdad es accesible para cualquiera que esté dispuesto a desembarazarse de esas etiquetas. Solamente se comprende la verdad cuando no eres ni americano, ni indio, ni hindú, ni cristiano. La verdad es comprendida por una consciencia que ha dejado de estar obnubilada por todo condicionamiento, que ha dejado de estar obnubilada por el pasado. Recuerden que los hechos son relativos y tienes que entender exactamente lo que quiere decir relativo. Significa que algo puede ser verdad en cierta situación y lo mismo puede no ser verdad en otra.

Por eso, si insisten en llamar verdad a los hechos, tenemos que decirlo de esta forma: las verdades objetivas son relativas y la verdad subjetiva es siempre definitiva. Pero para no mezclar las cosas, los místicos le han llamado verdad última.

Toda verdad es definitiva. Pero hay verdades científicas que solo son hechos. Por ejemplo: si estás sentado sobre una estufa caliente, la experiencia de que el tiempo pasa muy lentamente es un hecho de tu psicología; no tiene nada que ver con el tiempo. Pero nadie le dijo esto a Albert Einstein. Cuando estás sentado con tu novia y el tiempo pasa deprisa, eso tampoco tiene nada que ver con el tiempo; tiene que ver con tu mente.

El tiempo sigue siendo el mismo; es tu mente, tu concepto de tiempo lo que es relativo. Lo último o definitivo y la verdad, significan lo mismo. Puedes usar cualquier de estos dos términos, pero usar ambos es una repetición innecesaria. La vida no es matemática; no es lógica, no es ciencia. Es algo más, y ese algo más es lo más valioso.