La desnudez de Adán y Eva

Cuento zen con moraleja

Cuando Adán y Eva se dieron cuenta de que estaban desnudos, surgió un estado de opinión sobre si era o no correcto. Adán y Eva se sintieron avergonzados.

Imagen del cuento: La desnudez de Adán y Eva

Cuento zen sobre el sexo

Cuando Dios creó a Adán y Eva, les dijo:

Solo me quedan dos regalos: Uno es el arte de hacer pipi de pie y...

Entonces Adán se adelantó y gritó:

¡Yo!, ¡Yo!, ¡Yo!, ¡Yo lo quiero!, ¡Por favor, Señor, por fa, por favor!

¡Mire que me facilitaría la vida substancialmente!

Eva asintió y dijo que esas cosas no tenían tanta importancia para ella.

Entonces Dios le dio a Adán el regalo y este empezó a gritar de la alegría. Corría por el jardín del edén y hacía pipi por todos lados, en los árboles, en los arbustos, corría por la playa haciendo dibujos con su pipi en la arena... en fin, no paró de lucirse.

Dios y Eva contemplaban al hombre loco de felicidad y Eva preguntó a Dios:

¿Cuál es el otro regalo?

Dios contestó:

Consciencia Eva, consciencia... ¡Y es para ambos!

Entonces Dios les dio consciencia y estos empezaron a ser conscientes de su desnudez y se sintieron avergonzados.

MORALEJA

La naturaleza es en sí misma inocente. Pero en el instante en el que el hombre se hace consciente de ella, surgen infinidad de problemas y aquello que es natural e inocente es interpretado. Y cuando es interpretado deja de ser natural e inocente. La naturaleza en sí misma es inocente. Pero cuando la humanidad se da cuenta de ella, comienza a interpretarla y la interpretación misma comienza a producir numerosos conceptos de culpa, de pecado, de moralidad, de inmoralidad.

La historia de Adán y Eva dice que cuando comieron del fruto del Árbol del Conocimiento, por primera vez fueron conscientes de su desnudez y se sintieron avergonzados. Estaban ya desnudos, pero no se habían dado cuenta. La consciencia, la consciencia misma, crea una distancia. En el momento en que eres consciente de algo, empiezas a juzgar. Entonces eres algo diferente de aquello. Por ejemplo, Adán y Eva estaban desnudos. Todo el mundo nace desnudo como Adán y Eva, pero los niños no se dan cuenta de su desnudez. No la juzgan, ni si es buena ni si es mala. No son conscientes y, por tanto, no son capaces de juzgar.

Cuando Adán y Eva se dieron cuenta de que estaban desnudos, surgió un estado de opinión sobre si era o no correcto.

Adán y Eva se sintieron avergonzados. Esa vergüenza se originaba en el hecho de que ahora podían compararse con los animales, en cierto modo ellos eran distintos ahora porque eran conscientes. El hombre y la mujer se cubrieron para diferenciarse de los animales y desde entonces siempre nos sentimos avergonzados de todo lo que tenga reminiscencias animales. Cuando alguien se comporta como un animal decimos, ¿Qué estás haciendo? ¿Eres un animal?. Condenamos todo lo que podamos comprobar que se asemeja a la conducta animal. Condenamos al sexo porque tiene reminiscencias del animal. Condenamos lo que sea si guarda relación con los animales.

Con la conciencia llegó la condena, la condena de lo animal. Y esta condenación ha originado toda la represión, porque el hombre es un animal. Puede trascender ese estado, pero esto es otro tema. Pero pertenece al mundo animal. Puede trascenderlo, pero procede de los animales, es un animal.

El pecado descendió sobre Adán y Eva porque por primera vez pudieron sentirse distintos de los demás animales, y el sexo es una cosa más animal. Empleo la palabra animal en un modo puramente objetivo, sin ningún tinte condenatorio. Lo más animal ha de ser el sexo porque el sexo es la vida, el origen y la fuente de la vida. Adán y Eva se hicieron conscientes del sexo. Trataron de ocultarlo, no solo exteriormente, trataron de ocultar el hecho mismo en su consciencia interior. Eso creó la división entre la mente consciente y la inconsciente.

Por causa de este fenómeno de condena de la consciencia, Adán y Eva se asustaron, se avergonzaron de su desnudez. Trataron de esconder sus cuerpos; no solo sus cuerpos, sino que, más tarde, hicieron lo mismo con sus mentes. Todos hacemos lo mismo. Lo que es bueno, lo que es considerado bueno por nuestra sociedad, lo colocas en tu consciente, lo que es malo, lo que es condenado por tu sociedad como malo, lo arrojas al inconsciente. Este se convierte en el basurero. Tiras y tiras cosas en él y ahí se quedan. En lo más hondo de tu ser siguen operando afectan a cada movimiento tuyo. Tu mente consciente es sencillamente impotente ante tu inconsciente, porque tu mente consciente es solamente un subproducto de la sociedad y tu inconsciente es natural, biológico, tiene fuerza, energía. De modo que sigues pensando en las cosas buenas y sigues haciendo las malas.

Con el sentimiento de vergüenza Adán y Eva fueron divididos en dos. Se avergonzaron de sí mismos. Y esa parte de ellos de la que se sintieron avergonzados fue separada de cuajo de sus mentes conscientes. Desde entonces el hombre y la mujer han vivido una vida fragmentada, bifurcada.

Recuerden: Hoy día, las religiones continúan recordándote que eres un pecador y estos continúan manipulándote y luego te sientes más y más avergonzado. Cuanto más desarrollada es la civilización y más elevada la cultura, más se sentirá avergonzado el ser humano. ¡Más se avergonzará! En realidad, cuanta más vergüenza sientes por el sexo, más civilizado eres. Pero de esta forma el ser humano está condenado a estar loco, esquizofrénico, dividido, deprimido e infeliz.

Con el sexo y con la consciencia del sexo, Adán y Eva comenzaron un largo viaje. Seguimos en él, todo el mundo sigue en él porque el sexo no es simplemente un componente del cuerpo; eres tú. Naces del sexo y morirás por causa del sexo; exhausto. Tu nacimiento es el nacimiento del sexo y tu muerte es la muerte del sexo.

Cuando comienzas a ser consciente de las mujeres, empiezas a ser un hombre. Cuando comienzas a ser consciente de los hombres, empiezas a ser una mujer.