La iluminación espiritual

La historia del beso

Cuento Zen (41)

John y Mary se dirigían a casa a altas horas de la noche.

Tengo un miedo espantoso.

¿Y de qué tienes miedo?

De que puedas intentar besarme.

¿Y cómo voy a besarte si llevo un cubo en cada mano?

Tengo miedo de que pongas en el suelo los cubos y luego me beses.

MORALEJA

Con más frecuencia de lo que crees, la gente hace lo que tú deseas mentalmente.

Las necesidades surgen del interior y el deseo nace de la mente. La necesidad nace y pertenece, el desear es mental. Desde luego, cuando sientes hambre necesitas comer, paras cuando deja de haber necesidad, tu estómago dice de inmediato: ¡Es suficiente! Pero la mente dice: Un poco más, ¡Sabe tan bien! Este es el deseo mental que te esclaviza.

Observa siempre donde termina la necesidad y donde comienza el deseo. Conviértelo en una consciencia continua. Si eres capaz de distinguirlos, habrás alcanzado algo, una pista para la existencia. Tener necesidades es hermoso, desear es mundano. Pero hay gente que continúa deseando y va reduciendo sus necesidades, es decir están haciendo justo lo opuesto a lo que hay que hacer.

Hay gente que ayuna durante días y desea el cielo. Ayunar es reducir la necesidad y anhelar el cielo es ayudar a que el deseo crezca. Recuerda, es fácil desatender las necesidades. Debido a que el cuerpo es tan silencioso, puedes torturarlo. Y el cuerpo es tan adaptable que, si lo torturas durante mucho tiempo, se adapta a tu tortura. ¡Y es mudo! No puede decir ni una palabra.

Es fácil ser violento con el cuerpo, ¡es tan mudo! Pero con la mente es difícil, porque la mente tiene una voz. No atiende. Y lo que realmente vale la pena es hacer que la mente escuche y cortar con los deseos. No pidas el cielo ni el paraíso.

¡No existe el paraíso! El paraíso es una creación de la mente. ¡Y no existe el infierno! También eso es una creación de la mente. El infierno no es más que la pérdida del paraíso, eso es todo. Primero lo creas y luego lo echas falta porque no lo tienes. Y esa gente, aquellos envenenadores, siempre te ayudan a que desees. Primero crean el deseo, entonces el infierno viene detrás, luego vienen ellos para salvarte. Estás siendo explotado y seguirás explotado hasta cuando dejes de desear.

Un hombre que no desea no puede ser explotado, entonces ninguna iglesia puede explotarte. La explotación sucede porque deseas. Entonces creas la posibilidad de ser explotado. Reduce tus deseos tanto como puedas, porque no son naturales. Nunca reduzcas tus necesidades porque son naturales, trata de satisfacer tus necesidades. Y obsérvalo todo. No hay muchas necesidades, no son muchas, y son muy simples. Deshazte de los deseos y sé consciente. Entonces trascenderás el tiempo. Los deseos crean el tiempo, pero si vas reduciendo los deseos, te encontrarás más allá del tiempo. Y acuérdate de distinguir entre deseo y necesidad, si no te verás sumido en una gran confusión.