Las ideologías
Cuento zen con moraleja
Escoger entre el dictado de un corazón compasivo y la exigencia de una ideología, rechaza la ideología sin dudarlo. La compasión no tiene ideología.
Cuento zen sobre las ideologías
La mente nunca entiende. Con la mente no hay comprensión. Esta es un fenómeno totalmente diferente en ti: sucede solo en la no mente. La mente pretende entender y no entiende nada. Es una gran mentirosa que no tiene compasión.
Pero en el individuo se crea la falacia de que la mente es suya, y entonces empieza a actuar de acuerdo a la sociedad, siguiendo a la sociedad, pero sintiendo que funciona independientemente. Este es un dispositivo muy astuto y muchas veces cruel.
Es abrumador lo que se puede leer acerca de la crueldad del hombre para con sus semejantes. He aquí un relato periodístico de la tortura practicada en modernos campos de concentración.
La víctima es atada a una silla metálica. Entonces se le administran descargas eléctricas, cada vez de mayor intensidad, hasta que acaba confesando.
MORALEJA
Las ideologías no son tuyas. Las ideologías no son jóvenes; tienes siglos de antigüedad, tres mil años, cinco mil años. Por eso todas las sociedades tienen miedo de que alguien cree una duda sobre sus ideologías.
El hombre no es cruel por naturaleza. Se hace cruel cuando es infeliz... o cuando se entrega a una ideología. Una ideología contra otra; un sistema contra otro; una religión contra otra. Y en medio, el hombre, que es aplastado.
Los hombres que crucificaron a Jesús probablemente no eran crueles. Es muy posible que fueran tiernos maridos y padres cariñosos que llegaron a ser capaces de grandes crueldades para mantener un sistema, o una ideología, o una religión.
Si las personas religiosas hubieran seguido siempre el instinto de su corazón, en lugar de seguir la lógica de su religión, se nos habría ahorrado asistir a espectáculos como el de la quema de herejes o el de millones de personas inocentes asesinadas en guerras libradas en nombre de la religión y del mismo Dios.
Si tienes que escoger entre el dictado de un corazón compasivo y las exigencias de una ideología, rechaza la ideología sin dudarlo un momento. La compasión no tiene ideología.