El perdón
Cuento zen con moraleja
La devoción es una de las formas de alcanzar el perdón y la liberación, pero no encajarás en situaciones religiosas de tendencia cultural y programática.
Cuento zen sobre el perdón
Es costumbre entre los devotos confesar los pecados a un sacerdote y recibir la absolución como un signo del perdón. Pero existe el peligro, demasiado frecuente, de que los penitentes hagan uso de ello como si fuese una especie de garantía o certificado que les vaya a librar de la justa liberación del alma, con lo cual confían más en la absolución del sacerdote que en la misericordia de Dios.
He aquí lo que pensó hacer Perugini, un pintor italiano de la Edad Media, cuando estuviera a punto de morir: no recurrir a la confesión si veía que, movido por el miedo, trataba de salvar su piel, porque eso sería un sacrilegio y un insulto a Dios.
Su mujer, que no sabía nada de la decisión del artista, le preguntó en cierta ocasión si no le daba miedo morir sin confesión. Y Perugini le contestó: Míralo de este modo, querida: mi profesión es la de pintor, y creo haber destacado como tal. La profesión de Dios consiste en perdonar; y si él es tan bueno en su profesión como lo he sido yo en la mía, no veo razón alguna para tener miedo.
MORALEJA
Una vida de conciencia conduce a la liberación.
La devoción es una de las formas más rápidas de alcanzar el perdón y la liberación, pero no encajarás en situaciones religiosas de tendencia cultural y programática.
Caminar por el camino espiritual significa avanzar hacia la liberación mediante el perdonarse a sí mismo, independientemente de las tendencias impuestas por los humanos.
En última instancia, el perdón es un regalo que nos damos a nosotros mismos, el perdón a otro solo viene cuando puedes liberarte y perdonarte a ti mismo sin la ayuda de nadie más, es una cuestión entre tú y Dios.
Si el dolor de tu hermano, se vuelve tu propio dolor no necesitas ningún intermediario para que el perdón florezca, sin ayuda de nadie no descansarás hasta lograr perdonar a través del amor espiritual consciente y poder sanar el residuo de dolor de la consciencia del otro.
Jesús de Nazaret nos lo enseñó, perdonad y seréis perdonados. Porque la medida que uséis con los demás se usará con vosotros. Por eso os digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor.
Perdónales, Padre, porque no saben lo que hacen.