La iluminación espiritual

Solamente ve al origen

Cuento Zen (418)

Un médico caminaba por la orilla de un ancho río. De repente empezó a oír unos gritos procedentes del agua. Alguien que se estaba ahogando pedía socorro.

Aquel médico sin pensárselo dos veces se lanzó al agua y después de hacer un esfuerzo ímprobo, consiguió acercar a esa persona hasta la orilla. Mientras le prestaba asistencia comenzó a oír nuevos gritos de auxilio. Otro más, ¿cómo era posible?

De nuevo se lanzó al río y salvó a aquella segunda persona. A pesar del cansancio y de los frenéticos latidos de su corazón, el médico estaba satisfecho porque había salvado dos vidas. De pronto, nuevos chillidos lo sacaron de su estado de complacencia. Un tercer individuo imploraba su ayuda desde el río.

El médico que estaba exhausto no se planteó nada, simplemente se lanzó al agua y rescató a aquel hombre. Lo que en ningún momento el médico se imaginó fue la posibilidad de que hubiese alguien tirando a la gente al río.

La causa del agotamiento del aquel médico era que se pasaba el día rescatando ahogados sin entender que el origen el problema era que había alguien en la parte alta del río que se estaba encargando de tirar a la gente al agua.

MORALEJA

Hasta que ese médico no se las ingenie para encontrar el origen del problema, las causas de su agotamiento no desaparecerán.

A muchos de nosotros nos pasa lo que le sucede al protagonista de la historia. Sin embargo, qué pocas personas se paran y van más allá e intentan comprender el origen de su falta de tiempo, de sus angustias o de las tensiones que se generan en su relación con los demás.

Seguimos luchando contra nuestros males menores. Así desperdicias vidas enteras. Cambias un mal menor y otro mal menor es creado porque la fuente de la energía, el origen central de tu energía permanece intacto. De modo que si trabajas sobre los rasgos menores solamente los cambias. Nos sentimos asustados de descubrir cuál es nuestro principal origen del mal.

Ve al origen y no habrá más problemas. Todos los problemas habrán desaparecido. De hecho, el origen de todos los problemas –la propia mente- también habrá desaparecido. Entonces se empieza a vivir una vida no problemática. Cuando sanas desde el origen se empieza a vivir por primera vez.