La feria de las religiones
Cuento zen con moraleja
Si los nombres de Dios desaparecen de tu mente y estás ahí observando, siendo, sin hacer nada, tienes la primera penetración del infinito en el infinito.
Cuento zen sobre las religiones
Dos amigos fueron a la feria. No era una feria comercial. Era una feria de la religión. Pero la competencia era tan feroz y la propaganda igual de estruendosa.
En el «stand» judío les dieron unos folletos en los que se decía que Dios se compadecía de todos y que los judíos eran su pueblo escogido. Los judíos. Ningún otro pueblo era tan escogido como el pueblo judío.
En el «stand» musulmán supieron que Dios era misericordioso con todos y que Mahoma era su único profeta. Que la salvación se obtiene escuchando al único profeta de Dios.
En el «stand» cristiano descubrieron que Dios es Amor y que no hay salvación fuera de la Iglesia. O se entra en la Iglesia, o se corre el peligro de la condenación eterna.
Al salir uno pregunto a su amigo: ¿Qué piensas de Dios?
Que es intolerante, fanático y cruel, me respondió. ¿No ves que han estado usando mal el nombre de Dios durante siglos?
MORALEJA
Lao Tzu cuando se refiere a Dios dice: «No conozco su nombre, nadie lo conoce, por eso le llamaré Tao». Hay que llamarlo de alguna forma, pero ningún nombre es el verdadero. Cuando todos los nombres desaparecen de tu mente y estás ahí solo observando, siendo, sin hacer nada, tienes el primer vislumbre, la primera penetración del infinito en el infinito. Quedas preñado. La primera penetración del cielo en la tierra, y tu semilla se rompe, y empiezas a crecer. Y ese crecimiento es una especie de suceder; no haces nada, simplemente lo permites. Eso es lo primero que tienes que recordar.
Las personas iluminadas insisten en que Dios no debe ser representado por nada. No debería haber ídolos, ni imágenes, porque unos y otros han creado en el mundo falsas religiones. Y por este tipo de ídolos, el hombre tuvo que crear dioses falsos. Una mente falsa crea dioses falsos. Una mente falsa necesita dioses falsos.
Recuerda, Dios es impersonal. Los ídolos son personales: el hindú tiene el suyo, el cristiano tiene el suyo, el budista tiene el suyo. Y no solo eso, sino que cada persona mundana tienen una cierta idea de Dios y un ídolo de Dios que quiere poseer totalmente. La mente mundana es posesiva.
Lo que ocurre en el nombre de Dios no tiene nada que ver con Dios, y lo que ocurre en el nombre de la religión no tiene nada que ver con la religión. Solo hay una religión, y es el arte de desaparecer como persona para que puedas comulgar, hacerte uno con la fuerza impersonal, la energía impersonal, la existencia impersonal.
Solo a través del silencio llegarás a conocer aquello que es. Solo a través del estado de no mente entrarás en el auténtico templo.
El auténtico templo no está afuera, eres tú. Si puedes entrar en tu propio ser estarás penetrando en la misma existencia. No hace falta ir a ningún sitio, no hace falta dar ni un solo paso, y no necesitas crear un Dios, porque todo lo que crees será falso.