La iluminación espiritual

El meditador presente

Cuento Zen (439)

Le preguntaron en cierta ocasión a Buda: ¿Quién es un hombre meditador? Y Buda respondió: Cada hora se divide en cierto número de segundos, y cada segundo en cierto número de fracciones. El meditador es en realidad el que es capaz de estar totalmente presente en cada fracción de segundo, sin pedir ni desear nada.

Vivir totalmente en el presente: He ahí al hombre meditador.

MORALEJA

El arte de la vida comienza con la meditación. Y por meditación quiero decir silencio de la mente, silencio del corazón, alcanzar el mismo centro de tu ser y encontrar el tesoro que es tu realidad a cada segundo. Una vez que lo conoces, no necesitas pedir más, porque, puedes irradiar amor, vida, creatividad. Tus palabras se volverán poéticas, tus gestos tendrán gracia; hasta en tu silencio habrá una canción. Aunque estés sentado inmóvil, estarás danzando. Cada inspiración, cada espiración, será un gozo; cada latido del corazón será precioso porque es el latido del corazón del mismo Universo: tú eres parte de él.

Al pedir más pierdes lo que tienes.

Un meditador ni se preocupa por el pasado que ya se ha ido, ni por el futuro que no ha llegado todavía. Está centrado en el presente, y lo que tiene lo disfruta en su plenitud, segundo a segundo. Naturalmente, su vida no es la vida de un mendigo. Nunca pide más, no obstante está viviendo al máximo con totalidad e intensidad. De no ser así, tendrás que conformarte. Eso es lo que vuestras religiones os enseñan: a conformaros con poco.

Al hecho de conformarse se le ha dado un gran valor. Para que por lo menos puedas aguantar el sufrimiento que te rodea y la miseria en la que te ahogas continuamente.

Vive de acuerdo a tu propia luz. Encuentra tu propia luz interior y vive de acuerdo a ella, sin ningún miedo. Es nuestra existencia, somos parte de ella, y nos ha dado el potencial para ser cualquier cosa que quiera que seamos. ¡Utilízalo! ¡Actualízalo! Nunca reprimas, y no seas tacaño viviendo, amando, compartiendo, cantando, danzando, en todo lo que hagas o dejes de hacer.