El agradecimiento
Cuento zen con moraleja
El verdadero agradecimiento es la parte principal de hombres de bien. Recuerda que agradecer es de sabios y como buenos sabios debemos agradecer lo poco.
Cuento zen sobre el agradecimiento
El sabio indio Narada era un devoto. Tan grande era su devoción que un día sintió la tentación de pensar que no había nadie en todo el mundo más devoto que él.
Un sabio leyó en su corazón y le dijo: Narada, ve a la ciudad que hay a orillas del Ganges y busca a un devoto mío que vive allí. Te vendrá bien vivir en su compañía.
Así lo hizo Narada, y se encontró con un labrador que todos los días se levantaba muy temprano, daba gracias, tomaba su arado y se iba al campo, donde trabajaba durante toda la jornada. Por la noche, justo antes de dormirse, daba gracias.
Y Narada pensó:
¿Cómo puede ser un devoto, este patán, que se pasa el día enfrascado en sus ocupaciones terrenales?
Entonces el sabio le dijo a Narada: Toma un cuenco, llénalo de agua hasta el borde y paséate con él por la ciudad. Luego vuelve aquí sin haber derramado una sola gota.
Narada hizo lo que se le había ordenado.
¿Cuántas veces has agradecido mientras paseabas por la ciudad?, le preguntó el sabio.
Ni una sola vez, respondió Narada. ¿Cómo podía hacerlo si tenía que estar pendiente del cuenco de agua?
Y el sabio le dijo: Ese cuenco ha absorbido tu atención de tal manera que has olvidado agradecer por completo. Pero fíjate en ese campesino, que, a pesar de tener que cuidar de toda una familia, da gracias al menos dos veces al día.
MORALEJA
El agradecimiento es la parte principal de un hombre de bien. Recuerda que agradecer es de sabios y como sabios debemos agradecer con lo poco.
Entre los males mayores que los hombres comenten, aunque algunos dicen que es la soberbia, yo digo que es el desagradecimiento, ateniéndome a lo que suele decirse: que de los desagradecidos están llenos los antros.
Sé agradecido: cuenta tus bendiciones y destierra las quejas, porque aun con problemas eres un privilegiado. Dar gracias te colma de gozo y al contar tus dones le haces un conjuro al inconformismo.
Al practicar la gratitud, eres consciente de lo que te hace feliz o de lo que estás agradecido en ese momento, lo que apoya la idea de estar presente.