Alejandro Magno y el agua
Cuento zen con moraleja
Nunca conocerás el verdadero valor del agua, a menos que hayas estado sediento en el desierto como lo figurado con Alejandro Magno y la botella de agua.
Cuento zen sobre el valor de las cosas
Alejandro Magno fue interrogado mientras estaba en India, por un gran maestro.
¿Si estás en un desierto y estás sediento y yo tengo una botella llena de agua, cuanto estarías dispuesto a pagar por ella?
Alejandro dijo, Pagaría la mitad de mi imperio en una situación así.
Pero el maestro dijo: Yo no te vendería a menos que me des todo tu imperio. ¿Por qué debería vender? Si estás dispuesto a pagar la mitad, eso es un síntoma suficiente, de que si espero un poco más, te vas a sentir más sediento y vas a pagar con el imperio completo.
Y Alejandro estuvo de acuerdo, quizás entregue todo mi imperio.
El maestro riendo dijo: ¿Entonces qué estás haciendo? ¿Desperdiciando la oportunidad de ser feliz y tu vida por una botella de agua? ¿Eres estúpido o qué?
MORALEJA
Tú no conoces el verdadero valor del agua, a menos que hayas estado sediento en el desierto. Las personas no aprecian el agua porque la gente no puede entender el valor a menos que ello tenga un precio. Ellos entienden el precio, pero no entienden el valor.
El mundo entiende las cosas a su manera. De otro modo, la felicidad está libremente disponible para cualquiera que pueda apreciarla, que sea vulnerable a ella, que esté abierto a recibirla. No tiene un precio puesto sobre ella. Pero aquellos solo pueden entender el valor de la felicidad a menos que paguen por ello, para esa pobre gente muchos guías se están aprovechando y poniéndole precio a la felicidad.
Desgraciadamente en este mundo a todo se le pone un precio. Y muchos están dispuestos a pagar un alto precio por la felicidad, y mientras mayor sea el precio que pagues por ella mayor es el aprecio por la misma.
Recuerden: Todo lo que no es creado por el ser humano es valioso. Lo que es creado puede tener un precio relativo, un precio de mercado, pero no es realmente valioso; no tiene valor. Los objetos creados por el hombre son comodidades. Por supuesto, si vas al mercado y empiezas a vender felicidad, seguramente una persona iluminada no lo comprará. No tiene valor y lo más seguro es que se reirá.
La felicidad es uno de los más elevados valores de la vida. No debería ser reducido a una simple mercancía.