Generoso hasta la muerte
Cuento zen con moraleja
La generosidad trae felicidad en cada etapa de su expresión. Experimentamos alegría al formar la intención de ser generosos y el propio acto de dar algo.
Cuento zen sobre ser generoso
Un hombre viajaba de una ciudad a otra, cuando supo que se había trabado una sangrienta batalla, y que su primo se encontraba entre los soldados heridos. Se apresuró en llegar hasta el lugar para descubrir que su familiar estaba a punto de morir. Echó mano de su cantimplora y le ofreció un poco de agua, pero en ese instante otro herido gimió, y el primo le pidió que le diese de beber al soldado que estaba a su lado.
¡Pero si voy hasta él, es posible que tú no sobrevivas! ¡Tú ya has sido suficientemente generoso durante toda tu vida!
Reuniendo sus últimas fuerzas, el herido respondió:
Razón de más para seguir siendo generoso hasta el momento de mi muerte.
MORALEJA
Es muy importante cultivar la generosidad auténtica que no es de la mente y que les hace querer compartir con alguien cualquier cosa que puedan poseer, por pequeña que sea. Si no tienen este sentimiento de amor, de generosidad, de bondad, de delicadeza, ahora, será muy difícil que la puedas tener; pero si empiezan a tenerla ahora, entonces tal vez podrán despertarla en otros.
El amor implica generosidad, comportarse de manera que la compasión inspire nuestras palabras y nuestros actos. Un ser compasivo entre dos acciones, opta siempre por la más generosa.
La generosidad de la mente y el corazón
Deben tener ese extraordinario sentimiento, esa generosidad hacia todo, hacia el animal, el gato que camina por el muro, la mugre, la suciedad, la inmundicia de los seres humanos que viven en la pobreza, en la desesperación. Deben ser generosos, que es compartir con intensidad, no se trata de compartir en una dirección determinada ni tampoco de un interés que viene y va, sino que se trata de ser generoso con todo tu ser. Deben ser completamente generosos todo el tiempo. A menos que sean completamente generosos, no habrá unicidad. La unión llega con la generosidad y la amistad.
La generosidad no surge del conocimiento infinito y de la información. Puede que conozca todos los libros del mundo; puede que los haya leído, devorado, puede que conozca a todos los autores, puede que sepa todo lo que se ha dicho; pero todo eso no da la capacidad de amar y compartir. El florecimiento del amor llega con esa generosidad, con la generosidad total de su mente, consciente e inconsciente; y también con la generosidad de su corazón y sus extraordinarias capacidades como el afecto, la simpatía, a la generosidad. Con eso, llega un intenso sentimiento, sentimiento por la hoja que cae del árbol con sus colores otoñales y también por la mugre de una calle sucia; uno tiene que ser generoso a ambas cosas, no puede ser generoso a una y no a la otra. Uno es generoso, a una cosa y a la otra.
Recuerda: La generosidad trae felicidad en cada etapa de su expresión. Experimentamos alegría al formar la intención de ser generosos. Experimentamos alegría durante el propio acto de dar algo. Y experimentamos alegría al recordar el hecho de que hemos dado.