El anacoreta que quería domarse
Cuento zen con moraleja
Las personas que intentan controlarse a sí mismas como el anacoreta, eligen una forma de hacerlo estúpida. No lo conseguirán, solo se volverán solitarios.
Cuento zen sobre el dominarse
Se cuenta lo siguiente de un viejo anacoreta, es decir, una de esas personas que por amor a Dios se refugian en la soledad del desierto, del bosque o de las montañas, para solamente dedicarse a la oración y a la penitencia. Se quejaba muchas veces que tenía demasiado quehacer. La gente no entendía como era posible que tuviera tanto trabajo en su retiro. A lo que les contesto: Tengo que domar a dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y someter a un león.
Donde están todos estos animales, no vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives, porque no nos das una explicación para que todos comprendamos.
El anacoreta procediendo les explico sobre los animales que llevamos dentro: Los dos halcones se lanzan sobre todo lo que se les presenta, bueno y malo. Tengo que entrenarlos para que solo se lancen sobre presas buenas, son mis ojos.
Las dos águilas con sus garras hieren y destrozan. Tengo que entrenarlas para que solo se pongan al servicio y ayuden sin herir, son mis manos. Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir de los demás y esquivar las situaciones difíciles. Tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me gusta, son mis pies.
Lo más difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra encerrada en una jaula de 32 varillas. Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño, es mi lengua.
El burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado y no quiere llevar su carga de cada día, es mi cuerpo. Finalmente, necesito domar al león, quiere ser el rey, quiere ser siempre el primero, es vanidoso y orgulloso, ese es mi corazón.
MORALEJA
Las personas que intentan controlarse a sí mismas como el anacoreta eligen una forma de hacerlo muy estúpida. No conseguirán controlarse, pero ellos se volverán fríos y solitarios. Esa es la única manera en que el hombre se puede controlar a sí mismo: congelarse de manera que no salga esa energía destructora.
A través del control no serás capaz de manejar tu energía, esa no es la manera. Estás luchando con dos halcones, dos águilas, dos conejos, una serpiente, un asno y someter a un león, domándolos por aquí y por allí. Esa no es la manera de manejar tu cuerpo; la manera de manejarlo consiste en cortar la raíz de todos estos males. Pero solo puedes cortarla cuando han llegado a su raíz. En la superficie solo están las acciones de estos males y solo con el control estás reprimiendo. La manera de manejar esto es cuanto más profundices, más entenderás que todo surge de una misma raíz, y esa raíz es la falta de conciencia. Meditación significa conciencia. Elimina la raíz. Entonces todos tus males desaparecen por si solos. Y entonces toda tu energía se convierte en compasión y amor.
Comprensión significa vivir momento a momento respondiendo a la vida de manera sensible. El hombre de control no tiene visión de la vida, no es sensible a la vida. Cuando el camino se abre justo delante de él, se pone a consultar un mapa, entonces tiene necesidad de controlarse, la vida no es algo estático, no es algo sin vida, no, la vida es algo dinámico. Por esto la regla que era buena ayer, no será buena hoy, ni podrá ser buena mañana, pero un hombre que vive desde el control tienen una ideología fija, sigue su mapa, mientras los caminos continúan cambiando todos los días y la vida sigue recorriendo nuevas dimensiones. Lo compra todo con su idea a la que siempre sigue, entonces siempre se encuentra haciendo lo equivocado.
Sé un hombre de disciplina, pero nunca seas un hombre de control, deshazte de toda regla y regulación y vive la vida estando más atento, más despierto, más consciente. Comprender ha de ser tu única ley.