La iluminación espiritual

La palabra navidad

Cuento Zen (409)

Dice en un cuento que Jesús en un sueño le dijo a San Francisco de Asís: Las personas no han de aceptar la palabra Navidad por respeto a mí, sino que deben analizarla, del mismo modo que un orfebre analiza el oro a base de cortarlo, fundirlo, rasparlo y sacarle brillo.

MORALEJA

La palabra y el concepto distorsionan la realidad. Si de un animal que nunca habías visto, te enseñan solo la cola, no podrás saber cómo es el animal. No sabes su conjunto y, por lo tanto, ni siquiera sabrás el sentido de realidad que encierra la palabra «cola», porque, separada de su conjunto, pierde su realidad global que le da sentido.

La palabra Navidad crea, en nosotros, una serie de emociones y sentimientos que nada tienen que ver con la realidad. En la naturaleza no existe la Navidad. La Navidad está programada en la mente cristiana como el Ramadán en los árabes y la Pascua en los judíos. La realidad de la Navidad no está en la palabra, está en la vivencia.

Todo es ilusión de una palabra que crea unos conceptos y unas emociones. De igual manera, en la práctica, la religión no existe, puesto que en la realidad no la constituyen más que un conjunto de palabras y conceptos.

¿Qué tiene que ver la palabra «Navidad» con la realidad?

Nos hemos olvidado de la realidad, con la sustancia que la palabra trata de indicar, y nos hemos quedado con la palabra. Lo que importa no es la palabra, ni el concepto, ni los símbolos. Todos los símbolos son imprecisos, y lo importante es que ellos solo nos sirvan para ponernos en contacto con la realidad que esconden.