La fe y la confianza

Cuento zen con moraleja

La fe sin confianza se muere. La confianza es una fe viva. La confianza es vivencial, el amor es vivencial. Crecer en ella, es una aventura sin criterio.

Imagen del cuento: La fe y la confianza

Cuento zen sobre la fe y la confianza

Tal vez te lo ilustre esta anécdota:

En las montañas del Sahya, cerca del río Godavari, vivió una vez un santo, cuyo nombre era Kausika. Era un hombre sereno, puro, piadoso y con conocimiento de la Verdad Suprema. Varios discípulos le atendían.

En una ocasión en que el maestro había salido, los discípulos empezaron a discutir de cuestiones filosóficas de acuerdo con sus propias luces. Pero al poco apareció por allí un Brahmán de agudo intelecto y amplia erudición, llamado Sunga, que refutó contundentemente todos sus argumentos con la espada afilada de su lógica. Era un hombre sin ninguna convicción, pero muy hábil en el debate. Cuando los discípulos le dijeron que la fe y la confianza debe conformarse a un determinado criterio, él expuso las bases de una serie interminable de criterios, para ponerlos luego en evidencia a todos.

Y terminó de coronar su discurso con estas palabras:

La fe sin confianza está muerta. La confianza es una fe viva. La confianza es vivencial, el amor es vivencial. Has de crecer en ella. Es una aventura, sin criterio alguno. La fe no es una aventura, naces en su seno. Si estás buscando comodidad y practicidad, es mejor permanecer en la fe, sigue las reglas del hinduismo o del cristianismo, pero continuarás siendo algo sin vida. Si quieres florecer debes vivir la vida, vivir el amor, vivir la confianza.

Traten entonces de entender la diferencia.

MORALEJA

Los criterios no valen para asegurarnos de qué es lo que tiene o no valor para así llegar a la fe y la confianza, pues un criterio erróneo no prueba nada. Para empezar, tiene que establecerse su validez, luego necesitamos de otros criterios. ¿Son a su vez estos infalibles? Siguiendo en esta dirección no llegaríamos a ninguna parte. Luego no tenemos pruebas definitivas para nada. No pudiendo tener ninguna certeza de la fe y la confianza sin formas definitivas de prueba, nada merece ser llamado fe o confianza. Tampoco hay forma de saber si este enunciado es verdadero, ni quien lo enuncia. ¿Cuál es entonces nuestra conclusión? Que todo está vacío, y no es nada. Puesto que tampoco hay forma de demostrar esto, también la afirmación de que todo está vacío está vacía en sí misma.

Más vale, por tanto, cuidarse de áridas polémicas que se revisten con aires de lógica, y recibir las enseñanzas tal como nos han llegado. Esto está más cerca de la salvación.

La creencia es solo fe en apariencia, en el fondo existe la duda porque no has experimentado. Sin conocer, la duda permanecerá en lo profundo de tu corazón, algún día deberás enfrentarte a ese hecho y el tiempo que desperdiciaste reprimiéndola no habrá servido de nada. Por lo tanto, y en primer lugar, deberás enfrentarte a la duda, reconocerla y experimentar la vida para que así tu confianza sea una fe viva.