La iluminación espiritual

Mirada de ojos nuevos

Cuento Zen (116)

Un hombre estaba hablando con el sabio del pueblo le dijo: ¿Por qué eres tan miserable y tan tacaño con tu mujer?

El sabio respondió: Debes haber oído algo equivocado acerca de mí, porque hasta donde yo sé, normalmente soy un hombre muy generoso.

No digas más, estoy muy furioso, siempre desafías la opinión de los demás, deja de defenderte. Todo el mundo en la ciudad sabe que eres demasiado duro con tu esposa. Hasta para los gastos del día tiene que rogarte como un mendigo. Y deja de defenderte. ¡Todo el mundo lo sabe!

El sabio respondió: De acuerdo; si te enojas tanto, no me defenderé. Pero, ¿puedo decir una cosa, solo una cosa?

El hombre dijo en voz muy alta: ¿QUÉ?

El sabio dijo: No estoy casado.

Desde ese día, ese hombre está furioso con el sabio y nunca más debido a su orgullo pudo ver con ojos nuevos.

Una vez el sabio se encontró con él y le dijo que, puesto que él no está casado, todo el asunto es absurdo. Todo su argumento no tiene base. ¿Por qué sigues furioso?

Él respondió: No hace diferencia; es solo cuestión de tiempo. Espere, tarde o temprano te casarás y entonces, ¡yo tendré razón! Aún estoy diciendo la verdad. Es solo cuestión de tiempo, mi opinión no puede estar errada.

El sabio le dijo: Estarás condenado a estar ciego si no estás dispuesto a ver con ojos nuevos.

MORALEJA

¿Qué hace falta para despertarse?

No hace falta esfuerzo ni juventud ni discurrir mucho. Solo hace falta una cosa, la capacidad de pensar algo nuevo, de ver algo nuevo y de descubrir lo desconocido. Es la capacidad de movernos fuera de los esquemas que tenemos. Ser capaz de saltar sobre los esquemas y mirar con ojos nuevos la realidad que no cambia.

Entiende, estar abierto y disponible en cada momento, verlo cada mañana con ojos nuevos o con la mente abierta es lo que llamo estar abierto y disponible. Muchas veces, nos cerramos completamente a la sociedad.

Estamos en continuo cambio. Podemos apegarnos a nuestra seguridad o podemos exponernos como si acabáramos de nacer, como si acabáramos de surgir al resplandor de la vida y estuviéramos totalmente desnudos.

Quizá esto suene demasiado incómodo u horrendo, pero, por otro lado, es nuestra oportunidad de tomar conciencia de que este mundo terrenal es todo lo que hay; puede que lo veamos con ojos nuevos y al fin despertemos del largo sueño de los prejuicios.

Ver el mundo con ojos nuevos como los de un niño te ayudarán a recordarte una de las cosas que has empezado a dar por hechas. La cantidad de gozo y la satisfacción total que puede alcanzar un niño con la cosa más sencilla.