La iluminación espiritual

Las ranas en la nata

Cuento Zen (361)

Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata. Inmediatamente, se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; solo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.

Una de ellas dijo en voz alta: No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril. Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.

La otra rana, más persistente o quizás más tozuda se dijo: ¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora.

Siguió pataleando y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas. Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla. Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresar a casa croando alegremente.

MORALEJA

La mente se ha acostumbrado a mandarte y a dominarte. Siempre te presentará una excusa tras otra. Continuará siguiéndote, continuará encontrando los momentos débiles en los que te puede dominar en forma permanente hasta hacerte hundir en lo más profundo.

Siempre que quieres hacer algo para superarte, siempre que quieres luchar por superarte, la mente se resiste, la mente dice: No, eso no está bien. La mente encontrará mil y una racionalizaciones, y va a presentar una dura oposición. Eso es natural, así que no te preocupes por ello, tiene que ser así. Pero si persistes, llegarás a ser el que manda. Solo se necesita perseverancia, persistencia.

Si puedes lograr que tu conciencia tome el control y renunciar a lo que te dicta la mente, de pronto estás en la realidad. No renuncies a la lucha, dile a la mente que tú tienes el control, renuncia a los mandatos de la mente, eso es todo. Renuncia solo a lo que no tienes. Renuncia solo a lo que no está realmente en tus manos; lo que simplemente la mente te hace creer que está ahí. Renuncia a los mandatos de la mente y la realidad estará disponible, para luchar y vivir intensamente, para lograr lo aparentemente imposible.