La iluminación espiritual

Los verdaderos amigos

Cuento Zen (15)

Una pareja de jóvenes en luna de miel viajaba por el sur de Florida e hicieron una parada en un criadero de serpientes de cascabel que estaba en el camino. Después de mirar el paisaje entablaron una corta conversación con el hombre que cuidaba las serpientes.

¡Caramba, exclamó la joven esposa, usted sí que tiene un trabajo peligroso!

¿Nunca le han mordido?

Sí, me han mordido, contestó el hombre.

Y bien, insistió ella, ¿qué hace cuando una le muerde?

Yo siempre llevo una navaja en el bolsillo, y tan pronto como me muerde, hago una profunda marca en forma de cruz sobre la herida colmillo y absorbo el veneno que ha echado la serpiente, respondió él.

¿Qué?...

¿Y qué ocurriría si accidentalmente se sentara sobre una serpiente?

Señora, contestó el hombre que cuidaba las serpientes, ese día sabré quiénes son mis verdaderos amigos.

MORALEJA

Hacer amistades con la idea de usar a la gente es dar un paso en falso desde el principio. La amistad debe ser un compartir. Si tienes algo, compártelo; y quienquiera que sea que esté dispuesto a compartir contigo, es un amigo.

La amistad no es cuestión de necesidad; no se trata de que cuando tú estás en peligro el amigo tenga que venir en tu ayuda. Eso es irrelevante; puede que venga, puede que no venga, pero si no viene, no tienes que quejarte. Si viene estás agradecido, pero si no viene, está perfectamente bien; es su decisión venir o no venir. Tú no quieres manipularle, no quieres hacerle sentirse culpable. No le guardarás ningún rencor. No le dirás: Cuando yo te necesitaba tú no apareciste; ¿qué clase de amigo serías?

La amistad no es una mercancía. La amistad es una de esas cosas raras que pertenece al templo, no al comercio. Pero tú no eres consciente de esa clase de amistad, tendrás que aprenderla.

La amistad es absolutamente humana. Es algo para lo que no existe un mecanismo innato en tu biología; no es biológico. Por eso uno se eleva en la amistad, uno no cae en la amistad. Tiene una dimensión espiritual.

Y la amistad no necesita dirigirse a una persona en particular; esa es también otra idea podrida, que tiene que ser amigo de cierta persona; tan solo sé amistoso. Mejor que ser amigo de alguien, crea amistad. Deja que sea una cualidad de tu ser, un clima que te rodea; y así serás amistoso con quienquiera que te pongas en contacto.

Sé amistoso, y no te preocupes por si alguna lo es contigo o no, no es una cuestión de negocios. ¿Por qué preocuparse? ¿Por qué perderse un reino tan grande?