El gran Paul Cezanne

Cuento zen con moraleja

Hay vida donde aflora la sencillez. Sencillez es vivir la vida sin ideales, no enraizada en el pasado ni motivada por el futuro, una vida aquí y ahora.

Imagen del cuento: El gran Paul Cezanne

Cuento zen sobre la sencillez

La grandeza es espontánea.

Durante treinta y cinco años, Paul Cezanne vivió en el anonimato, produciendo obras maestras que regalaba o malvendía a sus vecinos, los cuales ni siquiera barruntaban el valor de aquellos cuadros. Tan grande era el amor que sentía por su trabajo que jamás pensó en obtener el reconocimiento de nadie ni sospecho que algún día sería considerado el padre de la pintura moderna.

Su fama se la debe a un marchante de la ciudad de París que tropezó casualmente con algunos de sus cuadros, reunió algunos de ellos y obsequio al mundo del arte con la primera exposición de Cezanne. Y el mundo se asombró al descubrir la presencia de un maestro.

Pero el asombro del maestro no fue menor. Llego a la galería de arte apoyándose en el brazo de su hijo, y no pudo reprimir su sorpresa al ver expuestas sus pinturas. Y volviéndose a su hijo, le dijo:

¡Mira, las han enmarcado!

MORALEJA

Hay grandeza donde aflora la sencillez.

Sencillez es estar contento contigo mismo tal como eres. Sencillez no significa vivir una vida de pobreza, porque la persona que se impone así mismo una vida así no es sencilla en absoluto, ya que, se está imponiendo una determinada zona de confort, pero en el fondo, nada que ver con la verdadera sencillez.

Aparentar sencillez, significa no ser nunca sencillo, tendrás una vida de plástico, serás algo en la superficie y justo lo contrario en lo profundo de ti. Serás un santo en la superficie y un pecador en lo más profundo.

Sencillez significa ser simplemente tú mismo, no importa quien seas, con tremenda aceptación, sin ninguna meta, sin ningún ideal. Así, necesitarás agallas para ser sencillo, porque estarás en constante rebelión, porque nunca estarás bien adaptado a la supuesta sociedad tan podrida que existe a tu alrededor. Serás continuamente un extraño, pero serás sencillo, y la sencillez tiene belleza. Estarás en absoluta armonía contigo mismo, no habrá ningún conflicto dentro de ti, no habrá ninguna división dentro de ti.

La sencillez no es un ideal. La gente ha convertido también a la sencillez en un ideal. Y es el ideal el que te envenena y te vuelve complejo, te divide; crea dos personas en ti: la que eres y la que te gustaría ser, así, habrá una guerra constante. Y cuando estás luchando contigo mismo, cuando estás esforzándote por ser alguien que no eres, tu energía se disipa en ese conflicto, se sigue perdiendo. Y la energía es deleite, es estar vivo, lozano, joven.

Mira las caras de la gente, lo insulsas que parecen. Mírales a los ojos, han perdido todo el brillo y toda profundidad. Siente su presencia y no sentirás ningún resplandor, no sentirás que emana energía de ellos, por el contrario, te parecerá que te están chupando tu energía, quedaras más pobre estando con ellos.

Sencillez es vivir la vida sin ideales, una vida no enraizada en el pasado, ni motivada por el futuro, una vida completamente aquí y ahora.