Los ricos
Cuento zen con moraleja
Los pobres desafortunadamente piensan que serán felices cuando sean ricos. Los ricos piensan que serán felices si se hayan librado de todas sus úlceras.
Cuento zen sobre los ricos
Pirro, rey de Epiro, fue abordado por su amigo Cinéas, el cual le preguntó: Si conquistas Roma, ¿Qué será lo siguiente que hagas?
Pirro le respondió: Sicilia es la siguiente puerta, y será fácil tomarla.
¿Y qué harás después de tomar Sicilia?
Entonces pasaremos a África y saquearemos Cartago.
¿Y después de Cartago?
Entonces le llegará el turno a Grecia.
¿Y cuál será, si me permites preguntarlo, el fruto de todas esas conquistas?
Una vez hechas todas esas conquistas, dijo Pirro, podremos sentarnos y divertimos.
¿Y no podemos, dijo Cinéas, divertimos ahora?
MORALEJA
Los pobres desafortunadamente piensan que serán felices cuando sean ricos. Los ricos piensan que serán felices cuando se hayan librado de todas sus úlceras.
El hombre occidental ha conseguido la abundancia que toda la humanidad ha estado anhelando durante siglos. Occidente ha logrado hacerse rico económicamente, y ahora está muy cansado, agotado. Ha tenido que poner toda su alma en la empresa. La empresa ha acabado con el hombre occidental. Exteriormente, lo tiene todo a su disposición, pero ha perdido el contacto con el interior. Ahora todo lo que el hombre necesita está ahí, pero el hombre ya no está ahí. Las posesiones están ahí, pero el maestro ha desaparecido. Ha ocurrido un gran desequilibrio. La riqueza está ahí, pero el hombre no se siente rico en absoluto; por el contrario, el hombre se está sintiendo muy empobrecido, muy pobre.
Piensa en esta paradoja: solo cuando eres rico exteriormente, por contraste, te das cuenta de tu pobreza interior. Cuando exteriormente eres pobre, nunca te das cuenta de tu pobreza interior, porque no hay contraste. Se escribe con una tiza blanca sobre una pizarra negra, no sobre una pizarra blanca. ¿Por qué? Porque solo se verá sobre un fondo negro. Tiene que haber contraste.
Cuando eres exteriormente rico, de repente, ocurre una gran consciencia, la consciencia de que “interiormente soy pobre, un mendigo”. A la que acompaña como si fuera su sombra la desesperanza de que: “Hemos conseguido todo lo que hemos pensado —hemos satisfecho toda la imaginación y fantasías— y de ello no ha salido nada, ni alegría, ni felicidad”.
La ciencia ha desarrollado la tecnología para hacerte exteriormente rico. La espiritualidad ha desarrollado la técnica para hacerte rico interiormente: el yoga, el tantra, el taoísmo, el sufismo y el hasidismo son técnicas de lo interior.
Ahora, los extrovertidos están interesados en lo externo. Es gente activa, mundana; que persigue la riqueza, el prestigio, la posición, el poder. Se convierten en políticos, se hacen reformadores sociales, se vuelven grandes líderes, grandes industriales. Están interesados en cosas, en el mundo exterior; no están interesados en ellos mismos.
Y luego están los introvertidos. Ellos no son personas muy activas. Si tienen que hacer algo lo hacen, pero no tienen una inclinación a hacerlo. Lo que les gustaría sería quedarse con los ojos cerrados. Se hacen poetas, místicos, meditadores, gente contemplativa. No les interesa el mundo, solamente están interesados en ellos mismos; cierran los ojos y entrevieren sus energías. Pero realmente ambos están equivocados porque ambos están divididos.
En su interior, una persona que sea extrovertida siempre sentirá que le falta algo. Puede que llegue a ser muy poderosa; pero en el fondo sentirá impotencia, frustración. En lo externo podrá haber acumulado mucha riqueza, pero en su interior se sentirá pobre. Puede haber triunfado en el mundo; pero en el fondo, si indagas, sabe que ha fracasado.
Y el mundo exterior también es hermoso. Hay flores y estrellas, sale el sol, los ríos fluyen, y las cascadas cantan. Es pobre porque ha negado todo el Universo; ha vivido innecesariamente en su propia cueva cuando podría haber salido y conocido los muchos misterios, los infinitos misterios que hay a su alrededor. Ha permanecido cerrado, cerrado en sí mismo, encarcelado. Ambos son extremos.
Evita los extremos. No hagas ninguna distinción entre lo exterior y lo interior, y no te conviertas en ninguno de los tipos, ni en el extrovertido ni en el introvertido, ni en el rico ni en el pobre. Recuerden: El camino del medio en estos mundos duales es el más enriquecedor.
Por eso Buda es conocido desde siempre como el creador del “camino medio”, el punto medio de oro. El aliento es el punto medio dorado, el centro exacto.