La calma del maestro

Cuento zen con moraleja

Relájate, no te esfuerces tanto, porque solo puedes hacerte consciente mediante la relajación, no con el esfuerzo. Mantente tranquilo, callado, en calma.

Imagen del cuento: La calma del maestro

Cuento zen sobre la calma

Dos amigos que anhelaban recibir enseñanzas para evolucionar espiritualmente y hallar la paz interior recorrieron un largo camino para conocer a cierto maestro del que habían oído que era un ser realizado. Tras un viaje largo y extenuante, llegaron hasta donde vivía el maestro y se presentaron ante él. Unos minutos después, antes de llegar la hora del día fijada para que el maestro impartiera las enseñanzas, uno de los amigos le dijo al otro:

¡Vámonos!

Estupefacto, el amigo protestó indignado:

¡Pero si todavía no hemos escuchado sus enseñanzas!

Y el amigo le contestó:

A mí me basta con haber visto con la tranquilidad que se ata las sandalias.

MORALEJA

Cuando una persona ha conquistado la serenidad, se refleja en todos sus actos, en sus palabras, silencios, miradas y gestos. Es una energía, benditamente contagiosa, que se irradia por doquier y todo lo impregna.

La relajación total es lo más elevado. Ese es el momento en que uno se convierte en un Buda, en un Cristo. Ese es el momento de realización, de iluminación, de consciencia crítica. Hoy día tú no puedes estar relajado. En el núcleo más profundo persiste una tensión.

Relájate, no te esfuerces tanto, porque solo puedes hacerte consciente mediante la relajación, no con el esfuerzo. Mantente tranquilo, callado, en calma.

Comienza desde el cuerpo, y luego poco a poco ve profundizando más. Y no empieces con nada más hasta que no hayas resuelto lo primario. Si tu cuerpo está tenso, no empieces con la mente; espera. Trabaja en el cuerpo.

Y las pequeñas cosas son de una ayuda inmensa. Caminas a cierto paso; que se ha vuelto habitual, automático. Ahora trata de caminar despacio. Buda solía decir a sus discípulos: «Caminad muy despacio, y dad cada paso muy conscientemente». Si das cada paso muy conscientemente, tienes necesariamente que caminar despacio. Si corres, si te apresuras, olvidarás recordar. Por eso Buda camina muy despacio.

Prueba a caminar lentamente, y te sorprenderás; surge en tu cuerpo una nueva cualidad de consciencia. Come despacio y te sorprenderás; produce una gran relajación. Haz todas las cosas despacio; cambia los viejos patrones, sal de los viejos hábitos.

Primero el cuerpo tiene que estar completamente relajado, como un niño pequeño, solo entonces empieza con la mente. Muévete científicamente: primero lo más simple, luego lo más complejo. Y solo entonces podrás relajarte en el núcleo fundamental.