La conciencia constante
Cuento zen con moraleja
Si no pones todo el esfuerzo en despertarte, no ocurrirá. Los esfuerzos parciales son inútiles. La transformación solo ocurre si pones toda tu energía.
Cuento zen sobre la conciencia
Sé total. El hombre que está dormido no puede ser total para nada. Si estás comiendo no eres total; piensas en mil y una cosas, sueñas mil y un sueños, simplemente te llenas mecánicamente. Sé total en tus actos, y al ser total tendrás que estar alerta; nadie puede ser total sin estar alerta. Ser total implica no pensar en otra cosa.
Si estás comiendo, estás comiendo simplemente; estás totalmente aquí y ahora. El comer lo es todo: no te estás llenando únicamente; lo estás disfrutando. El cuerpo, la mente, el alma están todos en sintonía mientras comes: hay una armonía, un ritmo profundo entre los tres niveles de tu ser. Entonces el comer se vuelve una meditación, el caminar se vuelve una meditación, el cortar leña se vuelve una meditación, el sacar agua del pozo se vuelve una meditación, el cocinar se vuelve una meditación. Y que no te pase lo que le paso a Tenno.
Después de diez años de aprendizaje, Tenno se convirtió en maestro. Cierta vez, fue a visitar a su antiguo maestro Nan-in. Era un día lluvioso, de modo que llevaba zuecos de madera y portaba un paraguas. Cuando llegó, Nan-in le dijo: Has dejado tus zuecos y tu paraguas a la entrada, ¿no es así? Pues bien, ¿puedes decirme si has colocado el paraguas a la derecha o a la izquierda de los zuecos?
Tenno no supo qué responder y se sintió confundido. Luego, comprendió que no había sido capaz de practicar la conciencia constante, de modo que nuevamente se hizo discípulo de Nan-in y practicó hasta obtenerla.
MORALEJA
La vigilia o conciencia constante es el camino hacia la vida. Despierta y estarás más vivo. La vida es el objetivo y la conciencia el método para alcanzarla. El 99.99% de la humanidad está dormida. Sigues haciendo cosas que no quieres hacer o que ya habías decidido no hacerlas, sigues haciendo cosas que sabes que no están bien y dejas de hacer cosas que sabes que están bien. ¿Cómo es posible tal cosa?
Examina tu vida, todo lo que sigues haciendo es tan confuso y confunde tanto… No tienes nada de claridad, no tienes nada de percepción. No estás alerta, no ves, no oyes… Desde luego, tienes oídos para oír, pero dentro no hay nadie que lo entienda, tienes ojos para ver, pero dentro no hay nadie. Tus ojos siguen viendo y tus oídos siguen escuchando, pero no se comprende nada. Y a cada paso te tropiezas, a cada paso cometes algún error, y aún sigues creyendo que estás consciente.
Vigila, vigila todas tus acciones, los pensamientos que pasan por tu mente, vigila todos los deseos que se apoderan de ti, deja que todo sea una oportunidad para vigilar. Muévete por la vida manteniéndote en constante vigilancia y luego surgirá la claridad, porque cuando más alerta estés, más disminuirán tus prisas. A menos que pongas todo el esfuerzo en despertarte, no ocurrirá. Los esfuerzos parciales son inútiles. La transformación solamente ocurre cuando pones toda tu energía en ello.