La iluminación espiritual

Explicar el Sol en palabras

Cuento Zen (323)

Un hombre, ciego de nacimiento, quiso saber qué aspecto tenía el sol, y pidió que se lo describieran.

Uno de ellos le explicó que el sol es como esta campana de bronce, haciéndola sonar. El ciego oyó sonar la campana de bronce y creyó que ese sonido provenía del sol.

Pero otro le explicó que el sol brilla como este cirio entregándoselo al ciego. El ciego cogió el cirio entre sus manos y estudió su forma con mucho detenimiento.

Un día, cogió una flauta haciéndola sonar y creyó que tomaba el sol entre sus manos.

MORALEJA

Muchas son las diferencias entre una campana, una flauta y el sol, pero el ciego no podía saberlas, pues había adquirido sus conocimientos por las palabras de otros.

Recuerda: No colecciones solo palabras, porque las palabras están muertas. Debes experimentas para llegar a la verdad.

La verdad es una experiencia, no una creencia. La verdad nunca se conoce estudiándola; hay que encontrar la verdad, hay que hacerle frente. Quien estudia el amor es como quien estudia el Himalaya viendo un mapa de las montañas. ¡El mapa no es la montaña! Si te obsesionas demasiado con el mapa, no verás la montaña. Si te obsesionas demasiado con el mapa, puedes tener la montaña delante de ti, pero seguirás sin ser capaz de verla.

¿Entonces cuál es la función de las palabras? Las palabras están para provocarte, para seducirte en un viaje de silencio sin palabras para que tú experimentes la verdad manifestada.

Así es la verdad: ninguna palabra puede contenerla. Pero las palabras son la única comunicación que queda entre los hombres. Por eso se tiene que usar palabras y a la vez tienes que recordarte continuamente que las palabras no tienen significado.

Lo que hacen las palabras es contradictorio continuamente, porque lo que hacen realmente las palabras no es transmitirte una enseñanza, es darte un ¡TRABAJO! No es una enseñanza, es una acción para que experimentes la verdad. Recuérdalo: cuando te llegan las palabras, estas actúan sobre ti, es una operación.

La experiencia no depende del objeto, la experiencia depende del experimentador, de la capacidad de experimentación.

Puedes experimentar todo lo que se te antoje en este mundo, pero si quieres experimentar lo misterioso tendrás que entrar por otra puerta, desde otra dimensión completamente distinta. La dimensión de la mente es la dimensión de la ciencia, y la dimensión de la meditación es la dimensión de lo milagroso, lo misterioso.

¡Observa la distinción!