Jugar ajedrez intensamente
Cuento zen con moraleja
Si juegas ajedrez, vívelo plenamente, sin condena, sin que nadie interfiera. Vívelo con naturalidad, intensamente, totalmente, y la iluminación vendrá.
Cuento zen sobre vivir intensamente
Un joven, preso de la amargura acudió a un monasterio en Japón y le expuso a un anciano maestro: Maestro, querría alcanzar la iluminación, pero soy incapaz de soportar los años de retiro y meditación.
¿Existe un camino rápido para la iluminación?
El Maestro le pregunta:
¿Te has concentrado a fondo en algo durante tu vida?
El joven le responde:
Solo en el ajedrez, pues mi familia es rica y nunca trabajé de verdad.
El Maestro después de analizar el pedido del joven llamó a un monje para que trajera un tablero de ajedrez y una espada afilada. Y le propuso al joven que jugara una partida muy especial de ajedrez. Si pierdes te cortaré la cabeza con esta espada; y si, por el contrario, ganas, se la cortaré a tu adversario.
El joven temblando empezó a jugar intensamente la partida. Sentía las gotas de sudor recorrer su espalda, pues estaba jugando la partida de su vida. El tablero se convirtió en el mundo entero. Se identificó con él y formó parte de él. Empezó perdiendo, pero su adversario cometió un desliz. Aprovechó la ocasión para lanzar un fuerte ataque, que cambió su suerte. Entonces miró de reojo al monje. Vio su rostro inteligente y sincero, marcado por años de esfuerzo. Evocó su propia vida, ociosa y banal… y de repente se sintió tocado por la compasión. Así que cometió un error voluntario y luego otro… iba a perder.
Viéndolo, el maestro arrojó el tablero al suelo y las piezas se mezclaron. No hay vencedor ni vencido, dijo. No caerá ninguna cabeza.
Se volvió hacia el joven y añadió: El camino más corto para alcanzar la iluminación es lo que aprendiste hoy. Has aprendido a vivir intensamente el ahora.
MORALEJA
Al pedir más pierdes lo que tienes.
Un iluminado ni se preocupa por el pasado que ya se ha ido, ni por el futuro que no ha llegado todavía. Está centrado en el presente, y lo que tiene lo disfruta en su plenitud, vive intensamente el ahora. Naturalmente, su vida no es la vida de un mendigo. Nunca pide más, no obstante está viviendo al máximo con totalidad e intensidad. De no ser así, tendrás que conformarte. Eso es lo que enseñan: a conformaros con poco.
Vive de acuerdo a tu propia luz. Encuentra tu propia luz interior y vive de acuerdo a ella, sin ningún miedo. Es nuestra existencia, somos parte de ella, y nos ha dado el potencial para ser cualquier cosa que quiera que seamos. ¡Utilízalo! ¡Actualízalo! Nunca reprimas, y no seas tacaño viviendo, amando, compartiendo, cantando, danzando, en todo lo que hagas o dejes de hacer.
¡VIVE INTENSAMENTE!
Si juegas ajedrez, vívelo plenamente, sin condena, sin que nadie interfiera. Vívelo con naturalidad, intensamente, totalmente, y la iluminación vendrá. No es algo que hagas, es algo que ocurre. Y cuando viene por sí misma, no hay represión, no hay antagonismo.
El que vive intensamente, goza intensamente, y cuando el gozo es intenso, tiene belleza propia. El que vive totalmente, goza totalmente, y siempre que interviene la totalidad de uno, hay belleza.
¡VIVE AL 100%!