La iluminación espiritual

La burra y la reencarnación

Cuento Zen (53)

Un matrimonio que van paseando por el campo montado en una burra comienzan a conversar, el marido le dice a la mujer:

Oye María, ¿tú crees en la reencarnación?

Déjate de tonterías Pepe, yo no creo en eso.

Que si María, verás ¿tú ves ese toro ahí enfrente?

Sí, si lo veo.

Pues ese puede ser tu padre.

La mujer enfadada le dice que no cree.

Pasa un rato y le dice otra vez:

¿Tú ves esos dos cochinos que están en el barro?

Pues esos pueden ser tus hermanos gemelos que murieron.

La mujer ya enfadada se baja de la burra y el marido le pregunta:

¿A dónde vas?

Y ella le dice:

A bajarme de esta burra para darle descanso, podría ser tu madre.

MORALEJA

Sí, hay cosas que no pueden ser explicadas, pero siguen siendo verdad. Pero tampoco pueden ser impuestas; tienen que ser aprendidas en un ambiente de profundidad y amor.

Por ejemplo, yo no puedo decirte que creas en la reencarnación, aunque sé que es una verdad. Pero como no puedo probarlo, no puedo pedirte que lo creas. Solo puedo pedirte que explores, que profundices en tu meditación, que profundices en tu ser, así podrás llegar a cuando naciste; y que profundices todavía un poco más, para que puedas sentir que estás: en el vientre de tu madre.

Has estado en el vientre de tu madre y llevas contigo ese recuerdo. Ve aún más atrás y podrás ver el momento en el que fuiste concebido, el momento en que tu padre y tu madre crearon la oportunidad de que tu alma entrara en un cuerpo. Si vas un poco más atrás podrás verte morir; es el fin de tu vida anterior. Puedes volver atrás unas cuantas vidas, pero será una experiencia estrictamente tuya; no puedes explicársela a nadie más y no puedes insistir en que los demás crean en ella. Puede que estés alucinando, puede ser una ilusión, puede ser un sueño. No lo es, porque los sueños tienen otra definición diferente.

No puedes repetir un sueño. ¿Lo habías pensado? Tienes un sueño y mañana quieres repetirlo, ¿puedes hacerlo?

Es algo que está más allá de ti. Puede que venga en algún momento, pero no puedes repetirlo a voluntad.

Pero sí puedes repetir el hecho de volver a tu vida pasada; está en tu mano, no es un sueño.

Una alucinación requiere inconsciencia, un estado en el que estás drogado. En la meditación no eres inconsciente, eres consciente, más consciente que nunca; por eso tu experiencia de las vidas pasadas no puede ser una alucinación. Pero estas son experiencias internas y siguen siendo individuales.

Hay cosas que no pueden ser explicadas; están allí, pero no hay que creer en ellas porque así lo ordenan las programaciones de determinadas culturas. Y si se ha ordenado creer en ellas, por ejemplo: para ser hindú, tienes que creer en la reencarnación. Pero la persona que cree en la reencarnación no sabe nada de ella, porque todas las creencias nublan la inteligencia y nunca conducen a la experiencia existencial.

La historia tiene por objeto indicar algo sobre esas creencias humanas que solo pueden ser impuestas, que solo pueden ser obedecidas, que no pueden ser explicadas. Y si la nueva generación quiere librarse de ellas, lo único que puede hacer es desobedecer en todo lo que no le convence.

Por lo anterior, el que quiera conocer directamente la verdad de la vida desarrollará su meditación como una lámpara: ese será su propósito único. Y, en realidad, el único propósito de la lámpara es verse a uno mismo; basta con que brille lo bastante para esto, y no hace falta nada más. Pero si debemos dar una aplicación especial a la lámpara, tal como recordar las vidas pasadas, entonces será preciso canalizar la meditación en una dirección determinada.

Recuerda: El karma es la esencia de la reencarnación por la que sé expresar la esencia divina y la fuerza unificadora del universo, logrando personificar el amor universal y expresar la esencia divina en todos los aspectos de la vida terrenal. La reencarnación es el eterno renacer de la existencia, es la fuerza unificadora que se difunde por el universo, eternamente.