Historias de las madres

Cuento zen con moraleja

El momento en que un niño nace, también nace la madre. Ella no existió antes. La mujer existió, pero la madre nunca. Una madre es algo absolutamente nuevo.

Imagen del cuento: Historias de las madres

Cuento zen sobre las madres

LAS GALLETAS

La madre: ¿Sabías que Dios estaba presente cuando cogiste esa galleta de la cocina?

El niño: Sí.

¿Y sabías que te estaba viendo?

Sí.

¿Y qué crees que te estaba diciendo Dios?

Me decía: No estás tú solo; estamos los dos. De modo que coge dos galletas.

EL HERMANITO

Mamá, quiero tener un hermanito.

Pero si acabas de tener uno...

Pues quiero tener otro.

Verás... no puedes tener otro hermanito tan pronto. Lleva tiempo hacer un hermanito.

¿Y por qué no haces lo que hace papá en la fábrica?

¿Y qué hace papá?

Emplear a más hombres.

MORALEJA

EL NACIMIENTO DE UNA MADRE

Ser Madre para una mujer es casi como un segundo nacimiento.

Siempre que nace un niño, no solo nace el niño, esa es una parte del asunto, también nace la madre. Antes era una mujer corriente, mediante el nacimiento se convierte en una Madre. Por una parte, nace el niño, por otra nace la madre. Y una madre es totalmente diferente a una mujer. Existe una diferencia; toda su existencia se vuelve cualitativamente diferente.

Antes puede que sea una esposa, una amada, pero de pronto eso ya no es importante. Ha nacido un niño, ha llegado un nuevo tipo de vida: es una Madre. Es por eso que los maridos siempre tienen miedo a los niños. Básicamente, nunca le gustan los niños porque un tercer miembro entra en la relación; y no solo entra, sino que ese tercer miembro se convierte en el centro.

Después de eso la mujer ya no es la misma esposa, es diferente. Después de eso si un marido quiere realmente amor, tiene que volverse como un hijo, porque esta mujer se ha vuelto madre, ya nunca puede ser una esposa corriente otra vez. Se ha vuelto madre, ya no hay nada que hacer. Lo único que queda es volverte como un hijo para ella. Esta es la única manera en que puedes conseguir su amor de nuevo, de otra forma, su amor se dirigirá a su hijo.

Cuando una mujer se hace madre, le sucede algo tremendamente significativo. Para una mujer es casi como un segundo nacimiento. Es algo que resulta muy difícil de comprender para un hombre a no ser que sea creativo. Si él ha dado a luz una pintura, un poema, se siente tremendamente feliz.

Nadie puede comprender lo que ha sucedido simplemente por componer un poema. Había mucha agitación en su interior, y el poema ha clarificado muchas cosas. Pero eso no es nada comparado con una mujer que se ha hecho Madre, nada. Un poema es un poema, en el momento en que nace ya está muerto. Cuando está dentro del poeta tiene vida, en el momento en que se lo expresa es un mueble muerto. Puedes colgarlo en la pared. Puedes tirarlo a la basura o hacer lo que quieras, pero ya no está vivo.

Cuando una mujer da a luz un niño, es vida.
Cuando mira al niño a los ojos, mira a su propio ser.
Cuando un niño empieza a crecer, ella crece con él.

El momento en que un niño nace, también nace la madre. Ella nunca existió antes. La mujer existió, pero la madre nunca. Una madre es algo absolutamente nuevo.