Envidiar es comparar

Cuento zen con moraleja

La comparación es una actitud tonta, cada persona es única e incomparable. Si comprendes eso, la envidia desaparece. Cada ser es único, incomparable.

Imagen del cuento: Envidiar es comparar

Cuento zen sobre la envidia

Todos sienten envidia de los demás y por eso creamos un infierno y nos convertimos en malas personas.

Un viejo granjero estaba enojado mirando los daños de la inundación, pregunto al vecino por todos sus sembrados, ¿Qué paso con tus sembrados?

Se desabarrancaron por el arroyo.

¿Y los sembrados de Thompson? Preguntó el granjero.

También se fueron.

¿Y los de Larsen?

Sí.

¡Entiendo! Pensó el granjero contento, no es tan malo como pensé.

Si en todas partes hay miseria, se siente mejor; si todos están perdiendo, se siente bien. Si todos están felices y exitosos, la envidia empezará a carcomer tu mente.

MORALEJA

Envidiar es comparar. Y hemos sido enseñados a comparar, hemos sido condicionados para comparar, siempre comparar. Alguien tiene una mejor casa, alguien tiene un mejor cuerpo, alguien tiene más dinero, alguien tiene una personalidad carismática. Comparar, sigue comparándote a ti mismo con todos los que pasan y la envidia aparecerá; es el acondicionamiento de la comparación por el producto.

Por otra parte, si dejas de comparar, la envidia desaparece, entonces tú simplemente, sabes que tú eres tú y nadie más y no existe la necesidad. Es bueno que no te compares con los árboles, si no, vas a sentir mucha envidia— ¿por qué no fuiste verde? ¿Y por qué Dios es duro contigo y no con las flores? Es mejor que tú no te compares con los pájaros, los ríos, las montañas porque sufrirás. Solo te comparas con seres humanos porque has sido condicionado para compararte con otros seres humanos; no te comparas con pavos reales o loros. Ahí sí que estarías celoso cada vez más: estarías tan celoso que simplemente no podrías vivir.

La comparación es una actitud muy tonta, pues cada persona es única e incomparable. Una vez que comprendes eso, la envidia desaparece. Cada ser es único, incomparable. Tú eres solo tú: nadie ha sido jamás como tú, y nadie jamás lo será. Y no necesitas ser como otro.

Dios, la existencia, el ahora o como lo quieras llamar, solo crea originales; no crea copias.