La iluminación espiritual

La amabilidad del sol

Cuento Zen (363)

Un día el viento desafió al sol a competir para saber cuál de los dos era el más fuerte. Te demostraré que tengo más fuerza que tú. Mira cómo le quito el sombrero a ese hombre que está ahí. El viento empezó a soplar cada vez más fuerte. El hombre sostuvo con la mano el sombrero hasta que la ráfaga pasó, porque el viento se cansó de soplar.

A continuación, el sol comenzó a proyectar sus cálidos rayos sobre el rostro del hombre que reconfortado se sacó el sombrero. El viento, enojado, le preguntó cómo lo consiguió y el sol respondió que en vez de usar la fuerza, querido amigo viento, usa la calidez, la amabilidad y lograrás tu objetivo.

MORALEJA

La vida es un espejo, refleja tu rostro. Sé amable, y todo en la vida reflejará amabilidad. Todo el mundo sabe que si eres cariñoso con un perro, hasta este se vuelve tu amigo, así que sé amable. Algunas personas han descubierto que si eres amable con un árbol, el árbol se vuelve amable contigo.

Experimenta con la amistad. Prueba con un rosal, y observa el milagro; ocurrirá poco a poco. Pero el rosal se ha vuelto muy miedoso porque el hombre no se ha comportado amistosamente con los árboles.

Ahora los científicos dicen que cuando llegas con un hacha a talar un árbol, aun antes de haber empezado a cortarle, al árbol le entra un temblor, un escalofrío. Le entra un gran miedo, pánico. Ni siquiera has empezado, pero basta solo la intención; Como si el árbol fuera consciente de tus intenciones. Ahora tienen instrumentos sofisticados como los cardiógrafos, que pueden hacer un gráfico en el papel mostrando lo que el árbol está sintiendo. Cuando el árbol se siente alegre, hay un ritmo en el gráfico; cuando el árbol tiene miedo, el miedo se muestra en el gráfico.

Cuando el árbol ve venir al amigo se alegra, salta, danza; el gráfico inmediatamente muestra una danza. Cuando el árbol ve al jardinero venir, tiembla.

¿Has sido amable alguna vez con un árbol? Pruébalo, y un día te sorprenderás: el árbol también será amable en su lengua, en su propio idioma. Abraza a un árbol, y pronto llegará el día que sientas que no solo tú estabas abrazando. El árbol no tiene manos, pero tiene su propia forma de expresar su alegría, su tristeza, su ira, su miedo.

Toda la existencia es sensible. Esto es lo que quiero decir cuando digo que la existencia es Dios.

Sé amable, y no te preocupes si alguien lo es contigo o no, no es una cuestión de negocios. ¿Por qué preocuparse? ¿Por qué perderse un reino tan grande?