La iluminación espiritual

El perro y el abandono

Cuento Zen (452)

Un perro, estaba sentado en tensión, las orejas aguzadas, la cola meneándose tensamente, los ojos alerta, mirando fijamente hacia la copa del árbol. Estaba buscando a un gato. El gato era lo único que en ese momento ocupaba su horizonte consciente. Y, dado que el perro no posee entendimiento, no había un solo pensamiento que viniera a turbar su estado de absoluto abandono por el pasado y por el futuro. Este perro era lo más parecido a la contemplación absoluta que se haya visto jamás.

MORALEJA

Tal vez tú mismo hayas experimentado algo de esto, por ejemplo cuando te has quedado completamente absorto viendo jugar a un niño. He aquí una fórmula, tan buena como cualquier otra de las que yo conozco, para la contemplación: Vive totalmente en el presente.

Y un requerimiento absolutamente esencial, por increíble que parezca: Abandona todo pensamiento acerca del futuro y acerca del pasado. Debes abandonar, en realidad, todo pensamiento toda frase, y hacerte totalmente presente. Y la contemplación se produce.

El abandono, del que habla mucha gente no es el mismo del que se habla en este cuento; el abandono de muchos es simplemente una actitud derrotista. Básicamente, quieren luchar, pero hay situaciones en las que no pueden luchar, o quizá hayan llegado al final de su energía de lucha. Entonces, para encubrir su derrota, comienzan a abandonarse. Ese abandono no es verdad, es falso.

El verdadero abandonarse no va en contra de la lucha. El verdadero abandonarse es una ausencia de lucha.

Abandonarse es comprender profundamente el fenómeno de que somos parte de la existencia una. No podemos permitirnos tener egos separados; somos uno con todo. Y el todo es vasto, inmenso. Tu comprensión te ayudará a ir con la totalidad, vaya donde vaya. No tienes un objetivo aparte de la totalidad, y la totalidad no tiene objetivos. No va a ninguna parte. Simplemente está aquí.

Comprender el abandono te ayuda a estar simplemente aquí, sin objetivos, sin la intención de lograr nada, sin ningún conflicto, forcejeo, ni lucha, sabiendo que sería luchar contigo mismo; y eso sería simplemente estúpido.

Abandonarse es una comprensión profunda. No es un acto que tengas que hacer.

Cada acto es parte del mundo de la lucha. Cualquier cosa que tengas que hacer va a ser una lucha. Abandonarse es simplemente comprender.

Y después, una relajación silenciosa, fluyendo con el río, despreocupado de a dónde vaya, despreocupado de que puedas perderte..., sin ansiedad, sin angustia, porque no estás separado de la totalidad; por eso, cualquier cosa que pase, va a ser buena.

Al comprender esto descubrirás que no hay mezcla posible: la comprensión no puede mezclarse con la ignorancia; la percepción de la existencia no puede mezclarse con la ceguera; la consciencia no puede mezclarse con la inconsciencia.

Y el abandono no puede mezclarse con los distintos tipos de lucha; es un imposible.

Simplemente, deja que penetre dentro de tu corazón, y descubrirás una nueva dimensión de apertura, en la que cada momento es una alegría, en la que cada momento es la eternidad misma.