La iluminación espiritual

El relojero y el futuro

Cuento Zen (451)

El relojero estaba a punto de sujetar el péndulo de un reloj cuando, para su sorpresa, oyó cómo el péndulo hablaba.

Por favor, señor, no lo haga, suplicaba el péndulo. Sería un acto de amabilidad por su parte. Imagínese el número de veces que tendré que hacer «tic-tac» día y noche. Un montón de veces cada minuto, durante sesenta minutos a la hora, veinticuatro horas al día, trescientos sesenta y cinco días al año, y así un año tras otro. Serían millones de «tic-tac» ¡No creo que pueda soportarlo!

Pero el relojero le respondió sabiamente: No pienses en el futuro. Limítate a hacer un «tic-tac» cada vez, y disfrutarás de cada «tic-tac» durante el resto de tu vida.

Y esto fue exactamente lo que el péndulo decidió hacer. Todavía hoy sigue haciendo «tic-tac» en armonía con el ahora.

MORALEJA

Una filosofía orientada hacia el futuro es venenosa. Una filosofía orientada hacia el futuro es como el opio: te droga y te impide vivir tu vida ahora mismo, aquí, ahora. Y esta es la única vida.

Este es el mayor engaño jamás inventado por cualquier ser humano. Ha funcionado bien. El cura y el político viven de eso: del futuro.

El político explota al pueblo en nombre del futuro. El presente es feo, desgraciado, horrible. Él crea metas imaginarias, utopías, las decora muy hermosamente, las llena de colorido, y tú te quedas encantado y no miras alrededor.

El político vive de eso y el cura vive de eso. Además, el político y el cura no están muy distantes; son socios en el mismo negocio. El negocio consiste en no permitir al ser humano estar aquí, ahora, porque una vez el ser humano está aquí, ahora, se siente tan feliz que no escucha a político alguno ni escucha a cura alguno.

Si al ser humano se le permite estar aquí, ahora, se sentirá tan en paz y descansado que no le importará paraíso alguno. Ya lo ha conseguido: ¿a quién le importa tu paraíso? El paraíso del político y del cura parece tener sentido porque el hombre es desgraciado. Para que el paraíso siga teniendo sentido el ser humano tiene que seguir siendo desgraciado.

El paraíso prometido por curas y políticos es del futuro y el futuro no tiene sentido, es un truco, un truco para consolarte en el sentido de que, aunque no lo tienes ahora, lo lograrás. Puedes tener esperanzas, y con esas esperanzas puedes envenenar todo tu ser.

Vive para ti mismo y vivirás para todos los demás, pero este no es un sacrificio. Vive para ti mismo, sigue haciendo «tic-tac» en armonía con el ahora. Sé real, auténticamente dedicado a ti mismo; ese es el proceder de la naturaleza. Cuida de tu felicidad, de tu descanso, de tu vida, y te sorprenderás de que cuando te sientes feliz ayudas a otros a sentirse felices, porque entiendes, poco a poco, que si los otros se sienten felices tú te sentirás más feliz. La felicidad solo puede existir en un océano de felicidad. No puede existir sola.