La iluminación espiritual

Los retos en la vida

Cuento zen # 467

Cuento zen sobre la lucha y las dificultades en la vida.

Hace mucho, un anciano campesino, harto de tener que sufrir para proteger su campo de las tormentas o la sequía, decidió hablar con Dios:

Escúchame, Dios, necesito pedirte algo.

¿Qué quieres?, respondió Él.

Estoy cansado de trabajar cada día el campo y perder muchas veces la cosecha de trigo por culpa de una tormenta o una despiadada ola de sequía. La gente termina pasando hambre… Tal vez no sepas como yo, que soy campesino, cómo debe ser el tiempo. Deja que yo decida durante un año y verás cómo desaparecen la pobreza y el hambre.

Dios le miró compasivo y asintió.

De acuerdo, acepto el reto. Tú me dirás durante un año cómo quieres que sea el tiempo.

Y así fue: durante un año entero, el campesino iba pidiendo sol o lluvia según lo deseaba. Y todo fue muy tranquilo. Apenas tuvo que trabajar y en primavera, justo un año después, fue a hablar con Dios. El trigo había crecido mucho, más que ningún otro año, y el campesino estaba orgulloso:

¿Ves cómo tenía razón?, dijo el anciano. El trigo está tan alto que tendremos alimento para varios años.

Ya veo, respondió Dios. Cierto, ha crecido mucho. Pero… ¿Te has asegurado de que los granos sean buenos?

El campesino tomó entonces un grano de trigo y lo abrió. ¡Estaba vacío!

¿Cómo es posible?, preguntó alarmado el campesino.

Sin obstáculos, es imposible dar buenos granos. Sin desafíos, sin tormentas, truenos o granizo, el trigo no se fortalece. Le pusiste todo tan fácil, que el trigo creció sin alma, vacío…

El campesino entonces lo entendió todo.

MORALEJA

La tristeza, la desesperanza, la ira, la desesperación, la ansiedad, la angustia, el sufrimiento, es que tú quieres desembarazarte de ellos. Pero tendrás que vivir con ellos. No puedes simplemente escapar. Son la situación misma en la que la vida ha de integrarse y desarrollarse. Son los retos de la vida. Acéptalos. Son bendiciones disfrazadas. Si quieres escapar de ellos, si quieres liberarte en alguna forma de ellos, entonces no podrás crecer.

Por eso lo primero es: nunca reprimas. Lo primero es: sea lo que sea, es. Acéptalo y déjalo que venga, déjalo que se sitúe delante de ti. Hazte su amigo. ¿Tienes tristeza? Hazte amigo de ella, ten compasión de ella. La tristeza también posee un ser. Permítela, abrázala, siéntate con ella, estrecha sus manos. Sé amistoso. Quiérela. ¡La tristeza es hermosa! No hay nada malo en ella. ¿Quién te dijo que había algo de malo en estar triste? En realidad solamente la tristeza te aporta profundidad. La risa es superficial; la felicidad es superficial. La tristeza penetra hasta los mismos huesos, hasta la médula. Nada profundiza tanto como la tristeza.

Una persona que puede ser pacientemente triste, de repente descubrirá una mañana que la felicidad está surgiendo en su corazón desde un origen desconocido. Esa fuente desconocida es Dios. Te lo has ganado si has estado honestamente triste, si has estado auténticamente desesperado, desesperanzado, si has sido infeliz, miserable; si has vivido en el infierno, te has ganado el cielo. Has pagado su precio.

Sea cual sea la situación, si estás triste, está triste; si estás celoso, está celoso; si estás enfadado, está enfadado. Nunca evites el hecho. Has de vivirlo; eso es parte del progreso de la vida, del crecimiento, de la evolución. Aquellos que lo evitan, permanecen inmaduros. Si deseas seguir inmaduro, entonces sigue evitándolo, pero recuerda que estás esquivando la vida misma. Sea lo que sea que evites, ese no es el punto; al evitar, evitas la vida.

Encara la vida, confróntala. Habrá momentos difíciles, pero un día verás que esos momentos difíciles te han proporcionado fortaleza debido a que los encaraste. Tenían que estar ahí. Esos momentos difíciles son duros cuando los estás atravesando, pero después verás que te han hecho más integrado. Sin ellos nunca habrías estado centrado, con una base. Las antiguas religiones en todo el mundo, han sido represivas. La nueva espiritualidad del futuro será expresiva. Deja que el expresar sea una de las reglas más fundamentales de tu vida. Incluso aunque hayas de sufrir por ello, sufre. Nunca serás un perdedor. Este sufrir te hará más y más capaz de disfrutar la vida, de regocijarte en la vida.