La iluminación espiritual

La ciencia de los negocios

Cuento Zen (341)

Un casamentero estaba intentando arreglar una pareja entre un hombre de negocios y una joven y hermosa muchacha. Pero el hombre de negocios era muy agudo para sus negocios y antes de comprar mercancías exigía muestras. Por lo tanto, también antes de casarme, debo tener una muestra.

Pero, hombre, por el amor de Dios, no puedes pedirle a una joven respetable una cosa así respondió el casamentero.

Lo siento, insistió el otro; yo soy negociante estricto y o bien se hace a mi manera o no se hace.

El casamentero, desesperado, fue a hablar con la muchacha. Te he encontrado un buen hombre, le dijo, con mucho dinero. Pero es un negociante estricto, y no hace nada a ciegas. Quiere tener una muestra.

Escucha casamentero, dijo la muchacha. Yo soy tan lista en los negocios como lo pueda ser él. No le daré muestras; pero le puedo dar unos adelantos gratis.

MORALEJA

Sigue siendo un hombre de negocios, pero durante algunas horas olvídate de ello por completo. No es necesario que huyas de tu vida ordinaria. Solo debes transformar lo ordinario en extraordinario. En tu negocio, sé un hombre de negocios, pero fuera de tu negocio, deja de serlo. Y algunas veces, durante unas horas, olvídate incluso de todo lo que te rodea. Durante unas horas, trata de estar solo contigo mismo. Sumérgete cada vez más profundamente en tu propio ser. Disfruta de ti mismo, ámate a ti mismo.

Y poco a poco, te irás dando cuenta de que está apareciendo un gran gozo sin que haya una causa en el mundo exterior, no causado por lo exterior. Eso es meditación.

Sentado en silencio, sin hacer nada, llega la paz y la armonía por sí sola. Verás que surge en ti un gran gozo sin ninguna razón en absoluto. Entonces tu vida de negocios, no será tan solo un medio para conseguir dinero; entonces, tu vida de negocios tendrá un valor intrínseco.

Y una vez que te has convertido en un meditador vivirás en el mundo de los negocios, pero no vivirás de tal manera que seas poseído por él; serás trascendental, permaneciendo en el mundo y a la vez un poco por encima de él.