La muerte de Sócrates

Cuento zen con moraleja

Sócrates decía: Cuando uno ha vivido su vida, empieza a sentir. Ahora que sé lo que es la vida, me gustaría saber qué es la muerte. Que sea otra aventura.

Imagen del cuento: La muerte de Sócrates

Cuento zen sobre la muerte

Sócrates fue humano cuando estaba muriendo. Sus discípulos lloraban y gemían, y él dijo:

¡Parad! Lo podéis hacer cuando me haya ido, pero no ahora. Es un desperdicio, un gran desperdicio. Una cosa tan importante está sucediendo, me estoy muriendo, ¡y vosotros estáis llorando!

Y ellos dijeron:

Maestro, te estás muriendo, ¿no tienes miedo?

Él respondió:

¿De qué? He vivido mi vida, la amé, fue hermosa. La he conocido, pero no hace falta seguir repitiéndola para siempre. Ahora, algo nuevo; la muerte es algo nuevo. Estoy encantado, estoy impresionado, la aventura es grande, dijo Sócrates. Ahora me gustaría ver qué es la muerte.

Uno de sus discípulos le dijo:

Pero, maestro, todo el mundo le tiene miedo a la muerte.

No lo sé, dijo Sócrates. No entiendo por qué la gente tiene miedo a la muerte. Si los ateos están en lo cierto de que uno muere del todo y nada queda, entonces no hay por qué temer; Sócrates no estará allí; entonces, ¿qué hay que temer? Yo no estaba allí antes de nacer y no tengo miedo de ello.

¿Has tenido miedo alguna vez de no ser antes de haber nacido?

¿Te asalta algún miedo? Ninguno. Tú dirás: Tonterías porque entonces yo no era, por tanto, ¿qué sentido tiene tener miedo?.

Y Sócrates dijo: Yo desapareceré de nuevo si los ateos tienen razón; entonces, ¿de qué tener miedo? No habrá nadie que tenga miedo. O puede que los creyentes dispongan de la verdad y yo esté allí. Si voy a estar allí, entonces ¿por qué tener miedo?.

MORALEJA

Sócrates es un hombre que ha vivido una vida dinámica, una vida de crecimiento, una evolución. Si tú has vivido una vida de evolución, entonces la muerte viene como una revolución, como un cambio súbito hacia una realidad desconocida. ¿Por qué tendrá uno que tener miedo? Humano, no, esto no es humano.

Pero no todos los hombres son seres humanos, recuérdalo. Muy raramente... en algún lugar... un Sócrates, un Lieh Tzu, un Buda; estos son seres humanos. Normalmente, existen hombres y mujeres, pero no seres humanos. Volverse un ser humano implica convertirse en un proceso, convertirse en un interrogante, convertirse en una pasión por lo imposible... en un buscador, en un buscador de la verdad.

La sabiduría, la verdadera sabiduría, es siempre agnóstica. Recuerda esta palabra: agnóstica. Un buscador real es agnóstico. Nunca dice: Yo sé, y tampoco dice: Esta es la verdad. Él está muy abierto, no está cerrado. No tiene dogma, no tiene credo, él simplemente está consciente y atento, preparado para enfrentar cualquier realidad, la que sea. Cualquier realidad que le sea revelada, él está preparado para abordarla. Él confía en la vida. La gente que no confía en la vida inventa creencias, dogmas, teorías para protegerse a sí misma. El verdadero sabio es vulnerable; no se protege. Está expuesto a las lluvias, a los vientos, al sol, a la luna, a la vida, a la muerte, a la oscuridad, a la luz; está expuesto a todo. Él no tiene protección; su vulnerabilidad es total.

Recuerda, la verdadera comprensión está siempre esperando para darse en el momento. Nunca decide con anticipación, nunca planea con anticipación; es espontánea.

Sócrates decía: Cuando uno ha vivido su vida, empieza a sentir. Ahora que sé lo que es la vida, me gustaría saber qué es la muerte. La vida se ha conocido, ha sido hermosa. Ahora veamos qué es la muerte, dejemos que sea otra aventura.