El positivo y el negativo

Cuento zen con moraleja

Estás dividido en dos. Una parte positiva y una negativa. La negativa es fría, silenciosa, tranquila. La positiva es cálida, vibrante de energía, activa.

Imagen del cuento: El positivo y el negativo

Cuento zen sobre lo positivo y lo negativo

Yo con yo se encontraban en cada extremo del puente. Caminaron el uno hacia el otro, uno negativo y otro positivo, hasta quedar frente a frente.

El yo negativo, temblando, dijo:

Me contaron que en este puente uno se encuentra a sí mismo, pero esto no me lo esperaba.

¿Y qué te parece?, preguntó el positivo.

Es impresionante, no me lo termino de creer. Aunque no sé si me agrada o desagrada. Es muy extraño. ¿Tú no estás sorprendido?

No.

¿Cómo es posible que no estés sorprendido? ¡Esto es increíble!

Es la ley de la dualidad, si existen al menos uno de los dos, el otro por ley debe ser el opuesto.

MORALEJA

Debes de haber oído hablar del concepto taoísta del ying y yang, el concepto de los polos opuestos de una misma realidad. La realidad existe mediante los polos opuestos, a través de lo positivo y de lo negativo, a través de lo masculino y de lo femenino, a través del ying y yang.

La realidad es un proceso dialéctico y cuando digo: proceso dialéctico, me refiero a que no es un proceso simple: es muy complejo. Un proceso simple implica un elemento operando; un proceso dialéctico implica a dos polos opuestos operando en una dirección. Y aunque aparecen como opuestos, crean una sinfonía, crean una armonía musical. Y esa armonía es la realidad.

Hombre y mujer significan humanidad. El hombre solo no es la humanidad, ni tampoco es la humanidad solamente la mujer. La humanidad, la música, la síntesis a la que llamamos humanidad, es un fenómeno dialéctico. El hombre y la mujer operan en conjunto para crear la humanidad, ambos colaboran para crear la humanidad. Y el modo en que crean es dialéctico, existen como extremos opuestos y la tensión interna existente entre ellos crea la energía necesaria para el movimiento, para un ulterior proceso de crecimiento.

El Yoga dice que cuando estás enfadado, si empleas el aliento positivo y detienes el aliento negativo, eres incapaz absolutamente de sentirte enojado porque el aliento positivo crea un tremendo frescor interno. El cuerpo entero se halla dividido entre lo positivo y lo negativo y la mente también se encuentra dividida entre lo positivo y lo negativo.

Considera al hombre, no como uno, porque nada puede existir como uno. Todo existe a través de la dualidad. Estás dividido en dos. Posees una parte positiva y una parte negativa. La negativa es fría, silenciosa, tranquila. La positiva es cálida, vibrante de energía, activa. En ti lo positivo es la parte activa y lo negativo es la parte inactiva, y si ambas, la activa y la inactiva, se equilibran, de repente te hallas Iluminado. Para decirlo más enfáticamente: tienes un desequilibrio, pero si ambas partes son equivalentes en fuerza, se balancean la una a la otra, se niegan entre sí, y en el instante en que ambas son iguales en fuerza, recuperas tu equilibrio interior y alcanzas una realidad diferente; la realidad de lo no dual. Esa realidad no dual puede ser percibida solamente cuando ambas dualidades se equilibran. Entonces las trasciendes.

En el mundo existimos como dualidad. Más allá del mundo existimos como no dualidad, como uno. Piensa en ti mismo como si fueras dual, existiendo en el mundo de lo positivo y negativo. Pero si aquellos dos están desequilibrados, no eres capaz de trascenderlos. Los trasciendes tan sólo cuando recuperas el equilibrio. Este equilibrio es el Cielo, este equilibrio es el Paraíso, este equilibrio es estar centrado. El ser consciente significa equilibrar esa dualidad. Y en el instante en que esa dualidad es equilibrada, no naces de nuevo; simplemente desapareces de la dualidad.

Recuerda: Puedes nacer una y otra vez solamente si existe un desequilibrio. Si el equilibrio alcanza la totalidad, si el equilibrio se vuelve total, es imposible nacer de nuevo. Desapareces del mundo, el cuerpo no puede ya existir más, el cuerpo ya no tiene cabida en estos mundos duales. Entonces no puedes volver a entrar en otro cuerpo otra vez. Esa es la vida eterna que nos enseñó Jesús, ese es el camino a Dios o como lo prefieras llamar.