Escuchando a Theodore Roosevelt
Cuento zen con moraleja
Si escuchas a alguien aprovecha para practicar este ejercicio: préstale tu atención. Hazte uno con tu interlocutor; sé consciente de lo que estás haciendo.
Cuento zen sobre el diálogo
El Presidente Theodore Roosevelt sentía verdadera pasión por los diamantes y, cuando supo que un famoso gemólogo inglés estaba en los Estados Unidos, le invitó a la Casa Blanca con la esperanza de que le revelara algunos de sus secretos en gemología.
Tras permanecer reunidos ellos dos solos durante dos horas, sin que nadie les molestara, el inglés salió un tanto aturdido.
¿Qué le ha dicho usted al Presidente?, le preguntó un periodista.
Le he dicho mi nombre, respondió el gemólogo, completamente exhausto.
MORALEJA
El diálogo es el alma de toda relación. Desgraciadamente, los obstáculos al diálogo son muchos, pero son pocos los que los superan. Daríamos un gran paso si, ante todo, habláramos menos y escucháramos más.
Si eres capaz de escuchar correctamente no necesitas practicar nada más, lograrás todo lo que puede ser logrado, porque simplemente escuchar no es una simple escucha, es un gran fenómeno. Y una vez que conoces el secreto, puedes aplicarlo en cualquier situación aunque estés con un Presidente de la talla de Theodore Roosevelt. Comer se convertirá en meditación, caminar se convertirá en meditación, dormir será meditación. Cualquier cosa en la que estés en ese momento, sin irte al futuro, será meditación.
Buda lo ha dicho, «Cuando camines, simplemente camina. Cuando escuches, simplemente escucha». Permanece por completo en lo que haces, no permitas que tu mente se pierda en otras cosas. Y es una experiencia maravillosa porque. De repente, el presente irrumpirá. En tu mundo de sueños, el mundo de la realidad penetrará. Y si alcanzas ese destello, aunque sea por un solo instante, te volverás una persona distinta. Entonces sabrás algo del aquí y ahora que está a tu alrededor y que te estás perdiendo. Te lo estás perdiendo debido solamente a un hábito mecánico y uno no puede hacer otras cosas que tratar de no ser mecánico.
Cuando escuches a alguien aprovecha para practicar este ejercicio: préstale toda tu atención. Hazte uno con tu interlocutor; sé consciente de lo que estás haciendo. Siente cada instante conscientemente. Permanece en el momento, no le permitas a tu mente el que se centre en otra parte. Si la mente se distrae debido a viejos hábitos, tráela de nuevo. No te sientas frustrado. Si la mente se distrae, no digas, «Es imposible, no puedo hacerlo». ¡No! Haz que tu mente regrese. Inténtalo de nuevo, y antes o después empezarás a sentir ciertos instantes, por muy escasos que sean, en los que conocerás el sabor del presente. ¡Qué sabor tiene el presente! Y una vez sientas el presente, estás junto a las puertas de la Existencia. Puedes entrar en Ella.
Recuerda: Saber escuchar te lleva a tu interior.