La iluminación espiritual

Las diferentes perspectivas

Cuento Zen (398)

Este cuento trata de un eminente historiador que había dedicado la mitad de su vida al estudio y la escritura de la verdadera Historia de los hombres. Un día fue invitado a un crucero. Al caer la tarde, aquel erudito, maravillado ante el ocaso, pidió a sus amigos que expresaran sus emociones ante tan sublime espectáculo.

El escritor tomó la palabra: Estamos observando el último suspiro de luz del gigante celeste. ¡Qué absurdo! Dijo el científico. Todo el mundo sabe que estamos presenciando la última etapa del movimiento de traslación del planeta, antes de entrar en el cono de la oscuridad.

El pensador intervino: De ninguna manera: ambos estáis equivocados. Este ocaso no es otra cosa que el desvanecimiento en el vacío de la firme expresión de un día que se acaba. No entendéis, replicó el religioso, que estamos ante el final de la historia colectiva de cada uno de nosotros y que el mañana es un hipotético don de la Divinidad.

Yo solo sé, dijo el acaudalado, que el sol alumbra para todos y que no cobra por sus destellos. Esto, evidentemente, es injusto. Aunque sea un pariente lejano, añadió el indigente, ese sol es el único que visita a la Miseria. Y nunca pide nada a cambio.

Al día siguiente, al volver a su hogar, el ilustre historiador tiró su libro a la papelera y prometió nunca más indagar sobre la verdadera Historia de los hombres.

MORALEJA

No seas loco, deja de buscar la verdadera Historia de los hombres, deja de hacer tonterías. La realidad no está lejos, está aquí. Todo lo que ves a tu alrededor es la existencia manifestada. No está lejos, está aquí, por eso no puedes verlo, porque para ver una cosa se necesita una cierta distancia; para tener perspectiva hace falta espacio. Está tan cerca que no puedes verlo; está fuera de ti, y está en ti. No eres sino una partícula en el basto reino; una parte de él, una concentración de su energía.

La existencia precede al pensamiento. De modo que la existencia no es un estado mental, es un estado ulterior. La manera de conocer lo fundamental es ser, no pensar. Ciencia quiere decir pensar, filosofía quiere decir pensar, teología quiere decir pensar. Espiritualidad no quiere decir pensar. La perspectiva espiritual es una perspectiva de no pensamiento. Es más íntima, te acerca más a la realidad. Hace que caiga todo lo que te obstaculiza, te desbloquea; empiezas a fluir en la vida. No piensas que estás separado, mirando. No crees que eres un observador, al margen, distante. Te encuentras, te mezclas y te fundes con la realidad.

Pero hay otra forma de saber. No se puede llamar conocimiento. Es más parecida al amor y menos parecida al conocimiento. Es tan íntima que la palabra conocimiento no es suficiente para expresarla. Es más adecuada la palabra amor, más expresiva.

La espiritualidad y la ciencia son dos perspectivas de la realidad. La ciencia aborda la realidad a través de lo secundario; la espiritualidad va directamente. La ciencia tiene una perspectiva indirecta; la espiritualidad tiene una perspectiva inmediata. La ciencia da vueltas y vueltas; la espiritualidad simplemente penetra el corazón de la realidad.

La verdad es una experiencia, no una creencia. La verdad nunca se conoce estudiándola; hay que encontrar la verdad, hay que hacerle frente. Quien estudia el amor es como quien estudia el Himalaya viendo un mapa de las montañas. ¡El mapa no es la montaña! Si te obsesionas demasiado con el mapa, no verás la montaña. Si te obsesionas demasiado con el mapa, puedes tener la montaña delante de ti, pero seguirás sin ser capaz de verla.

A veces, basta con cambiar de perspectiva para ver el punto de vista del otro. Pero recuerden, que el ojo que tiene prejuicios está ciego, el corazón lleno de conclusiones está muerto. Demasiadas suposiciones a priori y tu inteligencia empezará a perder rapidez, belleza, intensidad. Se enturbia. Muy frío, frío, absolutamente indiferente. Y la indiferencia mata la claridad con la que puedes ver la realidad de los demás.

Para entender a los demás es necesaria una claridad, una perspectiva. Cuando el pensamiento esta constante charla interior se detiene, y llegas a estar alerta y consciente te es posible ver las cosas como son, te es posible encontrar soluciones también serás capaz de saber qué es la perspectiva ajena. Y cuando llegas a sentir toda esa unión, toda esa conexión. Entenderás que esa es la cualidad de la espiritualidad del ser. El estar tan profundamente maravillado y unido a todo que eres nuevamente un niño que está a las puertas del reino de Dios.