Cuando preguntar
Cuento zen con moraleja
Tienes derecho a preguntar y a recibir respuesta. Pero generalmente, si el nivel de iluminación es alcanzado, no es necesario formular ninguna pregunta.
Cuento zen sobre el preguntar
Nasrudin se reunía con sus discípulos una vez a la semana para realizar ciertos ejercicios espirituales. Entre ellos había algunos que le formulaban constantemente preguntas. Debido a la forma y al tiempo inapropiados de muchas ellas, Nasrudin un día les dijo:
Hay tres cosas nocivas en la mente, que un discípulo o aspirante debe tener en cuenta antes de formular una pregunta:
Primero: El creer tener derecho a preguntar.
Segundo: El creer tener el derecho a una respuesta.
Tercero: El creer estar capacitado para comprenderla.
MORALEJA
Hay otros niveles, donde un estudiante puede tener derecho a preguntar, y también tener derecho a recibir una respuesta y estar capacitado para comprenderla. Pero, generalmente, cuando los niveles de iluminación son alcanzados, no le es necesario formular ninguna pregunta.
Iluminación significa que has llegado a comprender una cosa: que tienes que conocerte a ti mismo de inmediato, directamente, no a través de los demás, no pasando por los demás. No hay necesidad de preguntar a nadie; es muy estúpido preguntar a alguien: ¿Quién soy? ¿Cómo podría alguien responder? Entra en tu interior. Entra en tu propia energía; está ahí. Simplemente, saboréala, fúndete con ella.
La mente sigue acumulando cosas, catalogando todas las experiencias, categorizando, clasificando, archivando, para poder usarlas en el futuro, cuando llegue el momento. Pero la vida está tan viva que nunca pregunta las mismas preguntas otra vez. Y si estás demasiado en la mente, lo que respondes nunca es apropiado, nunca puede serlo. La vida sigue cambiando a cada momento.
Así que intenta estar más alerta en vez de tener más conocimientos. Si almacenas demasiados conocimientos, estarás coleccionando imágenes, memorias; iras tomando notas; iras comparando con tus notas. Llegarás ante una bella rosa y la compararás con otras rosas que has visto en el pasado; o puede que la compares con otras rosas que esperas ver en el futuro, pero nunca miraras esa rosa. ¡Y solo esa rosa es real! Las rosas que hay acumuladas en tu memoria no son reales, y las rosas con las que sueñas tampoco son reales. Solo esa rosa es real. Recuerda esto, aquí y ahora.
Recuerda: Si ves la rosa y le preguntas a tu mente sobre la rosa, te estás perdiendo la rosa.